SHEINBAUM Y LAS EXTRAVAGANCIAS

 

 



 Vladimir Rothschuh

 

Una vez que la militancia del Partido Morena aceptó las sugerencias de la presidenta Sheinbaum sobre el nepotismo,   uso de dineros públicos y extravagancias pequeñoburguesas, el Senado y la Cámara de Diputados estarán listos para revisar lo que se extravió hace poco entre los intereses personales de los viejos actores políticos que han hecho de la política una industria de extravagancias familiares. La presidenta Sheinbaum está aprendiendo a pasos veloces conforme ese estilo personal de darle la vuelta a los obstáculos como ha venido haciendo en un sinnúmero de hechos aparentemente adversos pero no irreversibles para la Mujer Maravilla. Su iniciativa contra le reelección retomaba el segundo pilar de las cuatro transformaciones de México, es decir, del maderismo que al paso las décadas fue extenuándose hasta la proxenitud moderna y la institucionalización meretricia  de la reelección inmediata de alcaldes y legisladores. Dispuestos a transformar México desde su Segundo Piso, las recientes adquisiciones éticas de los morenistas se podrían tildar de insulares mientras el establishment persista en los vicios del ex partido de Estado. La presidenta Sheinbaum además que puede, está en la obligación moral de restituir el cimiento maderista con una reforma de mayor calado que acabe de una vez con los vicios de nuestra posdemocracia tales como el de los saltimbanquis electorales, del aliancismo, de la sobrerrepresentación,  porcentaje de conservación del registro partidario, agrupaciones políticas y subsidios entre otros. La partidocracia entiende que más que vicios son facultades vitales de un sistema vivo y dinámico que ha permitido moldearse  cada vez que lo requiera como en el año 1984 cuando la izquierda fue un Frente, como en el 2000 cuando el PAN alcanzó el mayor número de militantes, como en el 2012 cuando el PRI acaparó la mayoría partidista o el 2018 cuando Morena atrae aquellas militancias y se encumbra como la primera fuerza de México, estando a la víspera el 2030 como el enésimo dilema en que la moneda vuelva a estar en el aire, repitiendo las viciadas reglas electorales con la reinstalación del tianguis partidocrático y a lo que la presidenta Sheinbaum insta prevenir a tiempo alejando a Morena de esas desviaciones criollas de larga data. Peña Nieto decía que los mexicanos eran corruptos por naturaleza, el presidente López Obrador demostró lo contrario y fue más allá con su ética personal que holgadamente le permitía reconocer en sus adversarios una oposición moralmente derrotada hasta el día de hoy.  El INE tiene un muro llamado 8 de 8, presuntamente inexpugnable, pero en los hechos revela que ladrones, borrachos, drogadictos, violadores, cruzan ese valladar para salir impolutos como gobernadores, diputados, senadores y alcaldes. Las recientes medidas adoptadas por el Consejo Nacional de Morena son plausibles y expresan el interés de la Presidenta de México por enmendar la herencia del ex Partido de Estado, aguardando que muy pronto regresen como iniciativa a la Cámara de Diputados para terminar de limar las aristas que cuestionan Margarita González Sarabia o Rocío Nahle.