Una
vez que la militancia del Partido Morena aceptó las sugerencias de la
presidenta Sheinbaum sobre el nepotismo,
uso de dineros públicos y extravagancias pequeñoburguesas, el Senado y
la Cámara de Diputados estarán listos para revisar lo que se extravió hace poco entre los
intereses personales de los viejos actores políticos que han hecho de la
política una industria de extravagancias familiares. La presidenta Sheinbaum
está aprendiendo a pasos veloces conforme ese estilo personal de darle la
vuelta a los obstáculos como ha venido haciendo en un sinnúmero de
hechos aparentemente adversos pero no irreversibles para la Mujer
Maravilla. Su iniciativa contra le reelección retomaba el segundo pilar de las
cuatro transformaciones de México, es decir, del maderismo que al paso las
décadas fue extenuándose hasta la proxenitud moderna y la institucionalización
meretricia de la reelección inmediata de
alcaldes y legisladores. Dispuestos a transformar México desde su Segundo Piso,
las recientes adquisiciones éticas de los morenistas se podrían tildar de
insulares mientras el establishment persista en los vicios del ex partido de
Estado. La presidenta Sheinbaum además que puede, está en la obligación moral
de restituir el cimiento maderista con una reforma de mayor calado que acabe de
una vez con los vicios de nuestra posdemocracia tales como el de los
saltimbanquis electorales, del aliancismo, de la sobrerrepresentación, porcentaje de conservación del registro
partidario, agrupaciones políticas y subsidios entre otros. La partidocracia
entiende que más que vicios son facultades vitales de un sistema vivo y
dinámico que ha permitido moldearse cada
vez que lo requiera como en el año 1984 cuando la izquierda fue un Frente, como
en el 2000 cuando el PAN alcanzó el mayor número de militantes, como en el 2012
cuando el PRI acaparó la mayoría partidista o el 2018 cuando Morena atrae
aquellas militancias y se encumbra como la primera fuerza de México, estando a
la víspera el 2030 como el enésimo dilema en que la moneda vuelva a estar en el
aire, repitiendo las viciadas reglas electorales con la reinstalación del
tianguis partidocrático y a lo que la presidenta Sheinbaum insta prevenir a
tiempo alejando a Morena de esas desviaciones criollas de larga data. Peña
Nieto decía que los mexicanos eran corruptos por naturaleza, el presidente
López Obrador demostró lo contrario y fue más allá con su ética personal que
holgadamente le permitía reconocer en sus adversarios una oposición moralmente
derrotada hasta el día de hoy. El INE
tiene un muro llamado 8 de 8, presuntamente inexpugnable, pero en los hechos
revela que ladrones, borrachos, drogadictos, violadores, cruzan ese valladar
para salir impolutos como gobernadores, diputados, senadores y alcaldes. Las
recientes medidas adoptadas por el Consejo Nacional de Morena son plausibles y expresan
el interés de la Presidenta de México por enmendar la herencia del ex Partido
de Estado, aguardando que muy pronto regresen como iniciativa a la Cámara de
Diputados para terminar de limar las aristas que cuestionan Margarita González
Sarabia o Rocío Nahle.