El perdón de España a México por
los excesos de la Conquista confirma el estilo personal de la presidenta
Sheinbaum. Por la vía cultural ha logrado que el gobierno español pondere la
cerrazón de años atrás a no expresar disculpas debido a los abusos cometidos
durante su expansión comercial por las Indias Occidentales. Reconciliarse con
el pasado no solamente es tarea de los peninsulares sino de México, pues
Sheinbaum cerró la herida del mestizaje confrontado en la figura de la
Malintzin; habiéndola reconocido la Presidenta entre las mujeres indígenas
memorables a lo largo de este 2025, Doña Marina es constelada desde la misma
casona vieja de Axayácatl sanando esa cicatriz, nuestra llaga, especialmente
gangrenada por los nacionalismos extremos. El talento para conciliar de la
Presidenta pone a México a salvo de la guerra comercial de Trump y la disputa
abierta con España se transforma benéficamente entre ambas civilizaciones. Más
que coincidencia, estos efectos se perciben en el reciente libro del
expresidente López Obrador “Grandeza”, que inmediatamente remite al español
Bernardo de Balbuena (1562) y sus endecasílabos. Que sin ser de la Ciudad de
México, sino radicado en Guadalajara, peripatéticamente narra Balbuena en
tercetos las dos visiones extranjeras sobre arquitectura, usos y costumbres de
la naciente ciudad mucho más bella que otras de Europa. El capellán de
Guadalajara es un personaje enamorado de la Ciudad de México; sin embargo,
aunque pasó el resto de sus días entre Jamaica y Puerto Rico, supo evocar en
otras obras su amorío con la Nueva España. A un año de haber dejado la
Presidencia de México reapareció López Obrador con su nuevo libro “Grandeza”
dedicado a las culturas originarias en las que se empeñó restituir y honrar
durante su administración. Luego de Gracias llega Grandeza como si “gratus” y
“gratia” tuvieran un prefijo común, salvo su reiteración romancera o la posible
semejanza con el retiro del magistrado Cincinnatus al campo para dedicarse a la
lectura y al arado. La reaparición del exmandatario fue festejada por la
presidenta Sheinbaum y ajustada por ella misma a su propia grandeza de mujer
que encarna nuestra profecía: pisando a la bestia e iluminando a México con su
manto de estrellas.