Vladimir
Rothschuh
Porque
no todos son Pepe Mujica, la presidenta Sheinbaum jaló el cabestro a los
militantes de Morena a través de una carta solicitud para regresar a la
Cartilla Moral del movimiento de regeneración nacional, amenazado por las
extravagancias pequeñoburguesas. José Mujica en este momento es la
circunstancia de alzar postales como símbolo de la izquierda de cuyos elogios pocos
coinciden en honestidad, vida proba u honrada medianía. En los parabienes
ideológicos la impostura se afirma en el
coloquialismo socialista de que son pares del ex mandatario uruguayo mientras sobrevuelan
las hojas sueltas de la carta conminatoria de la presidenta Sheinbaum a no
mentir, no robar y no traicionar los ideales del movimiento nacional. La 4T
superó los estragos de los vicios neoliberales y del ex partido de Estado, no
obstante, aún larvan en poses desmedidas de recursos ilícitos, drogas, alcohol,
abusos sexuales, palabras más o menos, de
la decadencia republicana de nuestros pequeños Tiberios criollos. La hipocresía
política es la peor enfermedad que recorre las filas no solamente de la izquierda
sino de conservadores militantes de los golpes de pecho de una ética depravada.
Estupendo se celebre el legado de Pepe Mujica aplicando los requerimientos de
la Cartilla Moral porque a seis meses de la distancia presencial del presidente
López Obrador afloran y se multiplican las excentricidades por llamar de buen
modo a la vulgaridad del nepotismo, de riquezas
cuyos oropeles suntuosamente son turbias, malversación de erarios, fueros
atroces, narco complicidades: a las que López Obrador tildaba acertadamente de
rosario de concupiscencias. Por supuesto que Pepe Mujica merece imitarse dentro
de los valores representados en honrada medianía juarista de Sheinbaum y López
Obrador.