DIOS EXISTE

 



 

Vladimir Rothschuh

 


Sheinbaum es una muestra de que Dios existe, acaba de sentenciar el presidente López Obrador. Ciertamente  octubre es mes sacro en la otra efeméride lunar. Inmediato a la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum, comienza el mes judaico con Rosh Hashaná hasta desembocar en Yom Kipur, pasando a  Sukot, para cerrar a finales de octubre con Simjat Torá. El ascenso de Sheinbaum a la máxima magistratura mexicana es una advocación de originales tiempos prometidos  cuando se llamaba a México, la Nueva Jerusalén. Su destino se muestra cabalístico con sus ancestros huyendo de la envilecida Europa, esta vez no era Lutero el pervertido sino Hitler, pues hasta su toma de posesión se refleja en iguales misterios, porque el ajuste de calendario político, uno de octubre, no es obra de su movimiento político. Si el Innombrable decidió que así fuera, así será en bien suyo y de los mexicanos, igual como decidió que se liberaran de los gachupines en las fechas originales de la aparición de Guadalupe Tonantzin a mediados de septiembre, cuya voz en septiembre de siglos adelante el cura Hidalgo representaría  y su nuevo ayate sería la  bandera de Morelos.  En esos sentimientos nacionales  de unidad y protección va lo sacro y lo profano de la  mexicanidad que regresa en un sincretismo  a la vista de lo moderno: "Dios existe". Científica auto declarada, el religamiento de Sheinbaum va con sus creencias, para cuestionar ¿y de quién no? Ajena practicante del judaísmo pero conocedora de los rituales por su abuelo, solamente en ella está depositada la trenza genealógica del paraíso, negada a los varones de su estirpe ahora derramada como mexicana  en la emancipación masculina de siglos  dominantes. Es la liberadora mujer-sol que vence en  Quetzalcóatl  al machismo, tarea  aguardada  en el vientre de la maternal morena  expresada en lo infalible. La epifanía milenarista es patente, aunque Sheinbaum científica vaya al Vaticano a platicar con el franciscano heredero de Gante y Motolinía,  apóstoles  indianos  negadores de la Tonantzin, como igualmente siendo Jefa de Gobierno destronaría en Paseo de la Reforma la figura del navegante auscultador de la nueva tierra de Canaán para los suyos.  Su cientificismo puede proclamar la presidenta Sheinbaum, pero el sino de la Mujer del Apocalipsis la arropa en sus alas contra la serpiente, tal la nueva epifanía de la Morena del Tepeyac: primero despachando en el lugar donde se posó simbólica el ave en el nopal y ahora en el espacio de Axayácatl: no llego yo, llegamos todas. Inundaciones, pestes, sequías, hambrunas, independencia, alma nacional, recalcan la unidad mexicana cuyo identitarismo ahora se plasma en la Primera Mujer Presidenta, apuntando a corregir los versículos torcidos de la fatua paternidad. El jubileo de 2031 equivale a un corte histórico del  alcance transformador en los previos seis años de Sheinbaum,  su holística gubernativa, deberá validar el ascenso de las mexicanas al poder cual revelación aguardada por cinco siglos en la virginal Morena de los Pobres: No puede fallar.  

SHEINBAUM: NO VOLVERÁ EL PASADO

 



 

Vladimir Rothschuh

 

Cerró la puerta la presidenta Claudia Sheinbaum licenciándose de su movimiento y colgando del dintel un decálogo de buenas maneras políticas contra los usos y costumbres de nuestro amañado criollismo posdemocrático. Ningún militante morenista puede ir tras la presidenta Sheinbaum sin antes responder a  las exigencias de esos diez principios de la gobernanza apartidista, que decidió abrazar como la “morena de los pobres” y de todos los mexicanos sin distingos de raza o credo.  Semejante a  la marca en las puertas contra las pestes,  los cruzó la presidenta Sheinbaum sobre la puerta de su retiro militante, enumerando  los diez errores del sistema partidario mexicano en los que el futuro partido del Movimiento de Regeneración no debe incurrir en su transición hacia un instituto político, como no incurrió en estos seis años replicando los radicalismos de los Flores Magón que contribuyeron al magnicidio de Madero. Porque sin López Obrador como cabecilla del movimiento, el destino de Morena será instituirse sobre la solidez de su primer piso, debido a que el mismo  López Obrador advirtió que no convertirá su retiro en Palenque en una nueva Manga de Clavo. Morena en este sexenio fue mediagua que cobijó a izquierdas, derechas y centros políticos, fue su mejor expresión como lo fueron los movimientos posrevolucionarios agrupados en el PNR. Contra esa figura histórica se plantó la presidenta Sheinbaum previendo los vicios del Partido de Estado que combatió ella como universitaria y en el cual nunca militó, haciendo de dicha pureza una puntuación de ganancia  que vacuna su ejercicio de mandato contra las enfermedades sistémicas de nepotismo, burocratismo, enriquecimiento inexplicable, sexismo y demás taras de la dilatada corrupción política. La presidenta Sheinbaum se alza como el lábaro de sí: no es hija de ningún privilegio, forjada y formada en su propio esfuerzo intelectual enaltece la obra su vida misma. La transición partidaria del Movimiento de Regeneración podrá ser alado (palomas) o un lastre (halcones) para los seis años de gobernanza anti patriarcal, obstáculo singular éste que como primera mujer del Estado nacional habrá de sortear, pues cinco siglos de idiosincrasia no se diluyen en un santiamén; es decir que ese simbolismo-techo del Movimiento de Regeneración que abriga a propios como extraños de izquierdas, derechas y centristas, amalgama la adversidad que solamente superaba la estatura moral de López Obrador y sin él las tentaciones púberes de una seudo mayoría de edad pulsan por salir a luz como identidad de una cultura o subcultura política de siglos. La presidenta Sheinbaum tampoco tiene oscuridades visibles a su mandato cuando los nuevos lideratos institucionales del futuro partido son ajenos a la maestría del esmero propio y que habrán de alcanzar junto al desafío del movimiento para llegar a su nueva mayoría de edad sin tutelajes paternos, cuyos riesgos se expresan en la debilidad auscultada y peligrosa de dichos usos y costumbres en nuestra partidocracia y cuya bitácora ha sido elevar a principios, los no principios.  Hasta la fecha la figura presidencial sigue siendo la máxima autoridad nacional sin horizonte antagonista de ninguna naturaleza siendo la presidenta Sheinbaum la esperanza redencionista  de la Mujer que nos dio patria, nación, ciudadanía.  Lo que parece un portazo de la presidenta Sheinbaum marcando la saludable anchura con su movimiento, sus diez principios son el visado de un país justo y soberano para los que quieran acompañarla en obligaciones compartidas.

 

BRUGADA: JUSTA MEDIANÍA



 

Vladimir Rothschuh

 

La sentencia alejandrina que recorre de cabo a rabo la historia política, la asumió Clara Brugada en campaña aguerrida y ahora en su pródiga victoria, sumando a sus adversarios, que no enemigos dice el presidente López Obrador, a su proyecto de transformar la Ciudad de México conforme a sus programas del utopismo mexicano, atendiendo a los que menos tienen y empujando la construcción de la prosperidad para ser compartida. La sentencia misma  del humanista y político macedonio se concibe en los orígenes utopistas de México Tenochtitlán,  recuperado hoy con el Segundo Piso de la Cuarta Transformación en su programa que trasciende la solidaridad por el sentido humano, siendo puntual Clara Brugada con una lucha de mujer de izquierda por cuarenta años  que decide ofrecerle la justa medianía a los géneros con su pensión para hombres de sesenta años en la Ciudad de México mientras la presidenta Sheinbaum lo hace  a nivel nacional con las mujeres. En el equilibrio republicano Clara Brugada opta por incluir en su proyecto de ciudad a quienes fueron duros adversarios en las alcaldías Benito Juárez, Coyoacán, Miguel Hidalgo, reuniéndose con cada uno de ellos como lo hizo con las alcaldesas y alcaldes de su partido Morena en las restantes demarcaciones. Alcanzada la máxima magistratura y ser mezquino, desdora el oficio político labrando la profundidad de la ruina, los sectarismos de izquierda y derecha tienen caminos empedrados. El presidente López Obrador a diferencia de Juárez, Madero y Cárdenas, desarrolló el bienestar para beneficio de los pobres y de quienes generan bienes materiales, no dijo o unos o los otros; los neoliberales insistieron en los imposibles de conseguir un Estado de Bienestar con un Estado Mínimo, la contradicción a ellos se llama Cuarta Transformación y su Economía de la Felicidad: millones salieron de la pobreza, la moneda mexicana es robusta, las inversiones extranjeras y domésticas son pujantes floreciendo los que menos tienen como los que también tienen. Con varias décadas de militancia progresista, la Jefa es Clara en sus propósitos de robustecer el Segundo Piso en la Capital de la Transformación, sumando y no restando.  La praxis del presidente López Obrador en Sonora permitió a Alfonso Durazo acceder a la gubernatura, semejantes tratos equitativos permitieron  a Salomón Jara alcanzar la gubernatura  en Oaxaca, a Delfina Gómez en el Edomex y entre otros, a Menchaca en Hidalgo. Igual supo añadir a Martínez Cázares o a Lilly Téllez, a sabiendas como el fraile franciscano que al amistarse con alacranes se corre el riesgo de picaduras con la ventaja de la vacunación perenne y magnánima, tal acaba de replicar Adán Augusto con el senador Yunes. En su campaña electoral Clara Brugada fue  apasionada, inteligente y osada, para mudar en su triunfo comicial esos valores en política, inteligencia y especialmente, humildad. Todo el debate histórico de los tratados acerca de la gobernanza y la bonhomía del jefe, se multiplican debido a que el poder anhelado acaba cumpliendo la máxima de Lord Acton, destreza del presidente López Obrador para deponer en diciembre de 2018 la figura del radical opositor en la del Estadista que abría un futuro de regeneración mexicana sin derrapar en los extremismos floresmagonistas y acaboses del maderismo. La virtud del presidente López Obrador fue transformar a los mexicanos sin derramar sangre, emprendiendo más que una revuelta costumbrista de nuestros anales, una revolución de conciencias, siendo su propia ética el eje proyectado. En sus recientes giras con la presidenta Sheinbaum aplacó a las multitudes que vociferaban contra los gobernadores de oposición y que a los ojos de esos pueblos merecían estar colgados de las ramas de los árboles. De esa cátedra desprendida abraza Clara Brugada la pluralidad política, social, económica y de género del nuevo humanismo mexicano en la Ciudad de México, cuya visión consolida los lustros transformadores por venir. 

BRUGADA: PASIÓN Y MEMORIA

 




Vladimir Rothschuh

 

La Iglesia Católica Mexicana fue dueña de las almas de los muertos y de sus restos. Los cementerios frente a las iglesias y parroquias finalmente nuestros liberales los pasaron a administraciones civiles, sin restituirles a los pueblos originarios sus tradiciones de incinerar los cuerpos conforme a sus rituales. A nuestros liberales les faltaron reformas para devolver a los pueblos sus tradiciones debido a que eran discípulos de los modelos  reformistas teutones y sajones, definitivamente fueron europeizantes. El clero católico “protector de los indios” y los liberales defensores de la libertad y la justicia, no conservaron o restauraron a los mexicanos sus liturgias; eso sí, los mexicas en el sincretismo religioso, conservaron-ocultaron a sus deidades. Todas las fiestas de santos patronos en la CDMX van de la mano con el “paganismo mexica”, la más alta expresión es la Virgen de Guadalupe o el Apóstol Santo Tomás, matrona la primera de todas las mexicanas y el otro patrono de los hombres, es decir, Tonantzin y Quetzalcóatl. La reciente adquisición de la alcaldesa Clara Brugada en la ONU para que la Pasión de Cristo de Iztapalapa fuera elevada a bien inmaterial de los mexicanos, contiene el envés de rituales originarios con deidades nativas como el dios sol primigenio identificado como el Cristo Solar tanto para mexicas como católicos. Cada festejo de patronos católicos se apareja con deidades mexicas o asimiladas,  tal ocurre con San Agustín de las Cuevas (Virgen del Rosario ¿acaso Chalchiuhtlicue?) en la demarcación que gobernará Gaby Osorio, terruño de la presidenta Sheinbaum, literalmente viviendo a escondidas durante cinco siglos en las grutas del Ajusco protegiendo manantiales y oreada cada año en dichas festividades católicas de agosto. La promesa de campaña de Clara Brugada restituirá a los pueblos y barrios originarios sus usos y costumbres,  preservará su memoria histórica en "los carnavales, las comparsas, sus atuendos, sus colores y la música de los pueblos y barrios originarios, y que ella denomina orgullo y patrimonio cultural intangible de la ciudad para que se conozca, reconozca y valore estas tradiciones y costumbres, impulsando el Gran Carnaval de la Ciudad de México”.



Refrescará la Jefa de Gobierno con su utopismo un derecho continental negado, pospuesto y recóndito, que obviamente se derramará en exigencias por Latinoamérica. La interpelación  del presidente López Obrador al Papa Francisco exigiéndole perdón por los crímenes de la Conquista, sigue pendiente para la Corona Española y el PSOE. Los 139 pueblos y 58 barrios originarios con identidades plenas pueden dorar la imagen de la CDMX más allá de la Pasión de Iztapalapa, Mictlán y el 12 de diciembre, los tres picos de festividades originarias, para sumar en el Gran Carnaval un inmenso abanico de nuevas fechas turísticas y culturales de atractivo nacional e internacional desde el “Techo del Mundo” como se le llamaba en el Siglo XVI. Ni con los positivistas, ni con el mexicanismo cultural de los treinta del siglo pasado, se fue más lejos de la negación de nuestros orígenes en la fatuidad del manoseo del indio para tratados antropológicos, sociológicos o del muralismo, siempre comparativos con el Viejo Mundo. Con Clara Brugada será posible la restauración de nuestras providencias mexicas por sobre el Olimpo Griego, trascendiendo el prefacio vasconcelista  en Instrucción Pública de “Los Clásicos” que no eran nuestras divinidades y héroes originarios sino esos helenos que a los ojos de  nuestro Ulises Criollo, debíamos apostar por Europa y no por nuestra indianidad cuyo Ateneo de la Juventud prefiguraba en su nombre el propósito, a no ser del joven Alfonso Caso y sus exploraciones al Pueblo del Sol. En suma ese esplendor post revolucionario seguía siendo porfirista. El rescate de Clara Brugada de los Pueblos Originarios es transversal, corre por Alejandra Frausto, Nelly Juárez, López Bayghen, César Cravioto, Eréndira Villegas y Pablo Yanes.  Saber más de nosotros mismos le parecía al mexicanista Sigüenza y Góngora una tarea urgente, inmediatamente revocada por el clasicismo de Sor Juana durante siglos y ahora reformulada por Clara Brugada como Jefa de Gobierno bajo su experiencia de alcaldesa en su utopismo mexicano, consecución del Humanismo del presidente López Obrador.