Vladimir
Rothschuh
Lenia
Batres es la única de todas las mujeres que el presidente López Obrador llevó a
la Suprema Corte que supo sustentar los principios de la Cuarta Transformación:
no robó y no mintió. Porque Lenia Batres rechazó el ofensivo medio millón de
pesos mensuales, rechazó los gastos médicos privados, rechazó los guardias y
camionetas de seguridad personal que ostentaba el Pleno de Ministros y no
obstruyó, ni pactó contra la reforma del Poder Judicial. Palabras más, palabras
menos, no traicionó al pueblo que pedía la honrada medianía juarista en un
Poder envilecido por siglos debido a la corrupción de sus miembros que habían
dado la espalda al pueblo por servir a la riqueza de las élites pudientes. Fue
más penoso que abyecto, el que las nuevas ministras que el presidente López
Obrador llevó a fortalecer la Suprema Corte aceptaran los sueldos de más de
medio millón de pesos mensuales, que se aliaran con los ministros del PAN y del
PRI contra la reforma del poder judicial, que compartieran las demás prebendas
indecorosas; incluyendo en ese catálogo de depravaciones, votar en contra de
las reformas que la Cuarta Transformación hizo a favor de los mexicanos. Decía
Lord Acton que el poder corrompe pero está visto que no corrompió a Lenia
Batres para distinguirse como La Ministra del Pueblo a diferencia del resto del
ministrado heredero del conservadurismo como de las nuevas impartidoras de
justicia impregnadas del sello guinda pero en el interior sandía. Y siguen
mintiendo cuando enarbolan la falsa bandera de la 4T habiendo sido ingratas
contra el presidente López Obrador. Los mismos principios del primer piso
de la Cuarta Transformación que encarna Lenia Batres, los mantiene vigentes la
presidenta Sheinbaum en el segundo piso y los invoca de vez con vez, pues nada
más opuesto a la revolución de las conciencias que mentir, robar y de capitel,
matar. Porque no hay peor crimen que mentir y robar. Y esta es la historia del Poder Judicial desde
el Virreinato, pasando por los criollos de la Independencia, los reformistas liberales, el porfirismo y la posrevolución, de ahí que las estrellas que
orientan la transformación de México hoy sean cuatro: López Obrador, Cárdenas,
Madero y Juárez. Por ese horizonte se guía la ministra Lenia Batres capaz de
alzar la voz en el pleno de la Suprema Corte contra la corrupción judicial en sus
sentencias, como en su lucha para destrabar las obstrucciones del
conservadurismo a favor de sus privilegios que echó abajo la reforma judicial. La
Ministra del Pueblo arrancó su campaña hacia la nueva Suprema Corte en la
alcaldía de Tlalpan, CDMX, redundando en que “no queremos corrupción en el
Poder Judicial, queremos un poder modelo. Yo creo que hoy más que nunca se
puede decir que sólo el pueblo puede salvar al pueblo, y que sólo el pueblo
puede salvar al Poder Judicial de las manos corruptas en que actualmente se encuentra.
Vamos a recuperar al Poder Judicial. Vamos todos juntos”. La sentencia de “Todo con el pueblo, contra el pueblo nada”,
la repitió la presidenta Sheinbaum en su
gira de trabajo por Sonora, “Pues ahora
somos el único país del mundo donde el pueblo elegirá jueces, juezas,
magistrados, magistradas, ministros y ministras, eso quiere decir que si la
democracia es el poder del pueblo pues somos el país más democrático, el pueblo
manda”.