VLADIMIR ROTHSCHUH
Somos literalmente lo que comemos, pero también lo que producimos.
México ha tomado medidas contra el maíz amarillo transgénico y contra los
pesticidas como el Glifosato, perjudiciales a la salud humana. Para las trasnacionales
y asociados domésticos el negocio del maíz amarillo y los herbicidas
cancerígenos, la decisión del presidente López Obrador, equivale a una derrota
en términos financieros y control de cosechas. Revertir las prohibiciones del
gobierno mexicano se incuba en los acuerdos comerciales del nuevo tratado
comercial revisado con Estados Unidos y estancados de alguna manera por los
ajustes burocráticos en la Secretaría de Economía pero refrescados con la experiencia
diplomática que promete la nueva canciller, Alicia Bárcena, quien por trayectoria deberá atraer esas negociaciones comerciales sobre
maíces y herbicidas al seno de Relaciones Exteriores. Renegociar se vuelve urgente especialmente a raíz del bloqueo de los productores de maíz
blanco a las instalaciones del aeropuerto de Sinaloa y que precipitaron al
presidente Andrés Manuel López Obrador a tomar acciones sobre un acuerdo para que las tortillerías del país
sólo usen maíz blanco no transgénico y que estará acompañada del
establecimiento de aranceles con el objetivo de evitar la importación de este
grano. El Primer Mandatario supone que esta acción impulsará a los productores
nacionales de maíz blanco, que actualmente son beneficiados por los Programas
para el Bienestar. La modificación de aranceles apuntando a los transgénicos
impactara en los paneles del TMEC debido a que suma México al maíz blanco, al amarillo, de
importación genéticamente modificado, cerrándoles las puertas a los granjeros
estadunidenses. El presidente López Obrador observa obstáculos inexistentes
debido a que vivimos la integración económica y comercial entre México, Estados
Unidos y Canadá a partir del Tratado de Libre Comercio (T-MEC), instando a que la
cooperación debe seguirse fundamentando en el bienestar de los pueblos. Los transgénicos
como los pesticidas fosforados han causado daños en la península yucateca,
consiguiendo los productores de miel, amparos judiciales con tal de frenar la mortandad
de abejas. El presidente López Obrador prometió a su amigo Rius que de llegar
al poder pondría límites a la criminal industria de los transgénicos y de la
apropiación ilegal de nuestras semillas. La milpa identificadora cultural de
los pueblos nativos de México ha recuperado, con la estrategia de Víctor
Villalobos en Agricultura, un nuevo valor productivo y social, llegando a
reconocerla la ONU y FAO en sus variantes maya y mexica. Enmarcada, la
recuperación de la milpa mexicana, dentro
de los parámetros dela nueva economía o del humanismo mexicano pregonado por el
presidente López Obrador, devuelve el resplandor original de los pueblos.