A la presidenta Sheinbaum le dieron
tres razones de la deserción escolar, que no del fracaso del modelo educativo
ideado por Salinas Pliego y Esteban Moctezuma, y que desmotiva a los jóvenes a
abandonar la escuela: 1) les queda lejos el plantel; 2) no están a gusto con la
comunidad educativa y 3) no tienen dinero. Hoy que todos los jóvenes son
becarios ponen en los sondeos que les parece poca cosa el dinero que reciben
por ir a estudiar, tanto es así que en los datos de Guadalupe Taddei, el segmento
de electores que fomenta el abstencionismo es el de los jóvenes: tienen
credencial de elector y no votan, reciben dinero para estudiar y no van a la
escuela. Se le achaca a la astucia juvenil, no al modelo, que a la vuelta de la
esquina el tiempo cobrara caro. Las tres razones asignadas son tan falsas
como la sabiduría púber de creer ser listos en el autoengaño. Miles de
mexicanos no requirieron becas, no se quejaron de que la escuela estaba lejos o que les desagradaba la comunidad de la SEP. El gran símbolo de la Cuarta
Transformación, vivió en la pobreza, nació indio, fue a la escuela y a la
universidad, sin más recursos que su talento y los deseos de transformarse y
transformar México; y no es López Obrador del que hablamos sino de Benito Juárez,
como de miles de mexicanos sobresalientes de su miserable cuna gracias a la
educación. La becarización de la SEP es monumental, miles de millones de pesos
invertidos para volver atractivo desde la izquierda la perversidad neoliberal
de que lo que nos transforma es el dinero. La Presidenta echará abajo esa
abyección en el sistema partidista creado por los tecnócratas, quienes repetían, la democracia para que valiera, debía costar mucho dinero. Y en esa jauja todos
inventan partidos y muchas familias se han enriquecido a la sombra de esa otra
forma de inmoralidad pública con el subsidio del INE. Ante lo insulso de las
tres razones de la deserción escolar que encubre el galimatías de Salinas
Pliego y Esteban Moctezuma, la tarea urgente de Mario Delgado será de darle un
giro a nuestro modelo educativo fallido, que más mal que bien replica la Nueva
Escuela fundada por Porfirio Díaz cuando trajo de París el neoclasicismo
romántico. Así que cuando los duros guindas creen que le ha llegado la hora a
Mario Delgado gracias a los tardíos 25 para el 25, la fuerza recuperada sigue
en veremos, pues ni la doctora Sheinbaum y menos Citlalli Hernández, ya no
digamos Claudia Curiel, pudieron con el descaro de la monstruosa misoginia contra las mexicanas
escritoras. Y vale la pena detenerse un momento con las campañas de los
halcones guindas desarrolladas sobre Mario Delgado, Marcelo Ebrard y Harfuch,
debido a que las crisis en comercio, inseguridad pública y magisterio, son
procreadas con tal de avasallar no a Economía, Seguridad o Educación sino a la
Presidenta. Pues los recalcitrantes que percibían engrosamiento con el espacio libre de
la Consejería Jurídica, lo volvió la presidenta Sheinbaum reforzamiento
personal como vacuna a remediar los males del especismo masculino de morenos y
morenas, haciéndose propietaristas en la toma de decisiones de Palacio Nacional.
Con Esthela Damián acabó de serenar la Presidenta, las ambiciones de la nopalera
chilanga y su corazón de xoconostle devorado por la extraña águila vegana. La
sucesión presidencial y del gobierno de la CDMX son de la incumbencia
palaciega, de nadie más; fina urdimbre de la Presidenta en el bastidor heredado
que la mantiene como delicada hilandera política manteniendo en apariencia la
armonía sobre el grueso del entramado con ajustes simuladamente simples.