Por
Vladimir Rothschuh
Cuando
el presidente López Obrador elogiaba a la presidenta Sheinbaum mientras votaba
en Palenque, estaba reconociendo una verdad de a kilo: supo ella llevar
maravillosamente el proceso transformador del nuevo poder judicial en paralelo
a su gobierno. Ningún mandatario ha llegado a la Presidencia a terminar
pendientes del sexenio saliente, llegan con su agenda fresca y propia. La presidenta
Sheinbaum sin embargo, trabajó doble y
así le retribuyó el pueblo aprobándola con casi el 80 por ciento en los
sondeos. Con ello se puede afirmar que ayer inició su sexenio una nueva
época. No es exagerado llamarlo inicio, debido a que por ocho meses aupó un
legado complejo, entreverado, desgastante, para cualquier autoridad que apenas asumía la Jefatura del Estado
Nacional. Es muy diferente darle continuidad al Tren Maya, a las refinerías, al
interoceánico, que lidiar en un frente político doméstico e internacional tal
lo fueron marcando las etapas de la iniciativa constitucional, el cabildeo, las
disputas partidistas, selección de prospectos, las obstrucciones y las
protestas aún presentes. Este fue el
lado duro de una campaña que debió atender la presidenta Sheinbaum, que ni en
la jornada de su elección presidencial le ofreció obstáculos, pues aquí
navegaba simbolizando un México distinto a los anteriores que compartiría
prosperidades. Era la profecía lunar de la “Madrecita” que estaba devuelta a
los siglos, a poner en orden la dote machista de su hermano Huitzilopochtli. Fueron ocho meses a los que debió destinar
energía y tiempo la Presidenta y no sólo ella, también su partido, sus
dirigentes y candidatos que cargaron con
ese peso en Veracruz y en Durango. Como
una gestación exacta, el desempeño de la Presidenta culmina en un alumbramiento
de cuates: por un lado cierra maravillosamente la temática judicial cotidiana
de 240 días, empresa descomunal y fabulosa; por otro lado reinaugura su propia
agenda de gobierno tal lo detalló hoy miércoles, comenzando en sus mañaneras el
itinerario de infraestructura carretera como una de sus Repúblicas que
integraban el programa de campaña y conforman el Plan Nacional de Desarrollo de
4 mil nuevos kilómetros y 160 mil millones de pesos. Hoy puede la Presidenta
volcar sus energías en su Segundo Piso, mirando hacia adelante desde la
perspectiva de un país más justo y
solidario.
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