Por
Vladimir Rothschuh
La
Presidenta del INE, Guadalupe Taddei, merece todo el aplauso por el ejercicio democrático de ayer domingo. Representa la figura nacional que
hizo posible remontar todas las obstrucciones internas y externas que debió
atender el INE en lo difuso del dilatado
proceso de elección del Poder Judicial: instaló más del 99 por ciento de
las casillas, abrió internacional y domésticamente la observación, sorteó las
campañas sucias de los opositores a la elección de ministros, jueces y
magistrados, se empoderó dentro del INE ante la morcilla heredada por Córdova y
los jaloneos partidistas. En suma, si hay una personalidad a elogiar en este
innovador y precipitado momento democrático de México, indudablemente es
Guadalupe Taddei. Que si la reducción presupuestal tendría impacto en
desempeños, que si los amparos de jueces venales, que si los sindicatos
magisteriales desalentaban la organización electoral, que si los partidos de derecha
execraban su historia anti abstencionista, que si la izquierda estimulaba el
fuego amigo, que si el presidente López Obrador aparecía legitimando su Plan C,
que si la presidenta Sheinbaum llamaba a votar por la trascendencia del
ejercicio democrático e histórico, que si el crimen organizado amagaba con
imponer a sus candidatos, que si los senadores usurpaban funciones electorales,
que si los candidatos a los tres niveles judiciales eran desconocidos, que si
los jueces, ministros y magistrados obstruían el desempeño del INE, que si los
acordeones y los apuntes personales
invalidaban el voto, que si los presos sin sentencia merecían sufragar, que si
los votantes en el extranjero estaban para opinar donde no viven y un extenso
etcétera, jamás perturbaron el propósito de la Presidenta del INE en la
trascendencia liberal del impar proceso
en México y el mundo. Todos aquellos acompañamientos buenos o malos nunca
desviaron la serenidad de Taddei a no equivocar las puntuales obligaciones del
INE: 13, 20 o 50 por ciento de sufragantes son lo mismo en las responsabilidades
del Instituto que cumplió antes y durante el proceso de la elección judicial.
Las lecturas, análisis, suspicacias, elucubraciones, trascendidos, gazapos y
demás acompañamientos de la infodemia nacional, fueron y son ajenas al perfecto
y honesto desempeño del INE. México
cuenta con un sistema electoral en plenitud que garantiza la liberalidad
política y ejemplifica al mundo y naciones llamadas cunas republicanas a
mejorar sus sistemas que aún tienen viejos mecanismos decimonónicos en los que
se escucha hablar de fraude. Para Guadalupe Taddei es innegable el
reconocimiento por su profesionalismo que supo coronar la alta gestión del INE
y sus valores de libertad, igualdad, participación, equidad, justicia y respeto
que integran el corpus vivo de nuestra democracia.