SHEINBAUM: LA NARRATIVA MAÑANERA

 



 

Vladimir Rothschuh

 

La agenda de país, política y de gobierno la marca la presidenta Sheinbaum en sus diálogos circulares de las Mañaneras del Pueblo. La dinámica le permite a la Presidenta construir un programa uniforme de trabajo con resultados asombrosos según definió el presidente López Obrador a lo largo de los pasados seis años. A tres meses, en el gabinete presidencial hay secretarios y secretarias que están probando “qué tanto es tantito” y convocan a conferencias de prensa a la misma hora en que la presidenta Sheinbaum emprende sus diálogos circulares con el pueblo. En Palacio Nacional a simple mirada del horizonte mediático la figura de la Jefa de Estado es recorrida dos que tres líneas hacia atrás, asumiendo actorajes quienes se han brincado la normatividad mediática de Paulina Silva de que todo secretario o funcionario que tenga algo relevante que decir debe hacerlo en la Mañanera de Pueblo. El sentido es práctico conforme las mecánicas ensayadas con magníficos resultados durante el primer piso de la Cuarta Transformación. Las tentaciones del poder son ilimitadas conforme las probatorias de Lord Acton y a tres meses de que llegó la presidenta Sheinbaum, resultan cándidos esos desasosiegos grupales en la búsqueda transexenal, aunque  en  los usos y costumbres de nuestro caducado ex presidencialismo siguen siendo naturales. A eso se debió y debe el éxito de los diálogos circulares con el pueblo de la presidenta Sheinbaum durante todos los días en Palacio Nacional  y todos los fines de semana en las giras por el interior del país y que en tan sólo cien días condujeron a la Presidenta a recorrer los 32 estados más de dos veces y acumular treinta  y dos mil kilómetros. Entre esas y esos  tránsfugas funcionarios de las Mañaneras y del ejercicio cotidiano de la Presidenta Sheinbaum, nada novedoso sobresale sino el perpetuo desliz de la ambición que conforme a Maquiavelo es grandioso debido a que un político sin ambiciones es una figura estéril. La presidenta Sheinbaum viene repitiendo una y otra vez que el mejor servicio público es en beneficio del pueblo; no hay mayor satisfacción que ayudar a los mexicanos, pero no hay mayor desgracia que servirse del encargo: con el pueblo todo, sin el pueblo nada. Lo sombrío es que esta competencia desde las dependencias federales revele un sinsentido, están compitiendo con la presidenta Sheinbaum y más cuando proviene de quienes fueron sumisos ante el presidente López Obrador y no porque fueran auténticos fieles suyos sino más bien cabizbajos  y ladinos aguardando la oportunidad que jamás les ofreció en ninguna circunstancia. Nadie puede confiar que haya sido la Presidenta quien cediera su halo de autoridad a esos y esas colaboradores, ni tantito cabe en la lógica de la Mujer que llegó a transformar México luego de 500 años de sexismo, racismo y clasismo. Todas las emergencias, cualquier coyuntura, primero pasan por las Mañaneras del Pueblo pues nada rebasa a la presidenta Sheinbaum porque es nuestra estrella polar del segundo aliento del proyecto transformador. Afortunadamente la mesura impera en la mayoría de su gabinete presidencial de ahí que resalte y sea perceptible ese síndrome del figureo presuntamente vuelto  escombro en el demolido aparato conservador y tecnócrata de rapiña y prevaricatos. De esas cenizas, lo ha reiterado la presidenta Sheinbaum, nada puede rebrotar en razón de que los mexicanos decidieron cerrarle las puertas a ese pasado de corrupción que no volverá.