PND: RURALIZAR MÉXICO

 



 

Vladimir Rothschuh

 

El medioambiente define otra de las prioridades de la agenda de gobierno de Clara Brugada: rescate de ríos, clausura de aserraderos clandestinos, recuperación de bosques de agua,  atención a trabajadores rurales, comercialización de productos del suelo de conservación, derechos agrarios. En otras palabras,  una ruralización de la Capital de la Transformación que ha reenfocado consultar a los ejidatarios y comuneros capitalinos para ser tomados en cuenta en el Plan Nacional de Desarrollo. Tan buena continuidad ha emprendido Brugada al programa verde de Sheinbaum en la CDMX que orientó a Jesús Ramírez a celebrar dicha consulta del PND en la capital del país, a manera de darle curso no sólo al desempeño de Brugada sino seguimiento al gran acuerdo ejidal que en el 2019 como Jefa de Gobierno celebró la presidenta Sheinbaum con esos mismos ejidatarios y comuneros. Porque parte de esta misma agenda verde es el reconocimiento internacional sobre transporte sustentable recibido por Brugada y que la Presidenta en la Mañanera del Pueblo hizo un reconocimiento colectivo a Brugada,  Martí Batres, a Marina Robles y a Andrés Lajous. Allá en el 2019, arrancando su administración capitalina, Sheinbaum sentenciaba que “Nunca se había visto este acuerdo con los núcleos agrarios, que se sienten y que digan: es momento de resolver las disputas, los conflictos, los problemas; va a costar trabajo, sí va a costar trabajo porque es histórico”,  fundamentos que replica Clara Brugada cuando sentenció  la urgencia de revertir esa deuda histórica que se tiene con las comunidades rurales, ampliando su juicio a nivel nacional para que el procurador Víctor Suárez tomara en cuenta la lucha por proteger la zona de conservación desde hace muchos años y quienes sufrieron en carne propia los estragos del neoliberalismo salinista principal asesino del legado zapatista y cardenista privatizando el ejido. La apuesta de Brugada y Ramírez Cuevas es que este foro agrarista no pase de lejos las acciones arbitrarias de los tecnócratas contra los ejidatarios de México, según dispone el proyecto transformador de la presidenta Sheinbaum en su Segundo Piso que ya da visos de revertir ese legado neoliberal prohibiendo constitucionalmente los transgénicos: sin maíz, no hay país; sin ejido, mucho menos.