Vladimir Rothschuh
Cien días van y cien días vienen en la
agenda de todo gobernante. Los cien días de trabajo de la presidenta Claudia
Sheinbaum tienen un sello particular en 200 años de republicanismo mexicano: es
la primera mujer en alcanzar la máxima magistratura y es la primera Jefa del Estado
mexicano en obtener el porcentaje de aceptación popular más cimero en toda la
historia nacional. Y a nivel de América, Sud, meso y norte, rebasa los
indicadores de legitimidad política. Una autoridad de la presidenta Sheinbaum
que desvió a kilómetros el obús perverso de Trump sobre el Golfo de México pero
que en la debilitada figura de Trudeau equivalió a hacerlo renunciar. La
autoridad política, humana y social de la Presidenta de México, es un blindaje
de muchas capas frente a la abollada figura del futuro inquilino de la Casa
Blanca, juzgado, sentenciado y rebajado a convicto. La Mujer Vestida de Sol,
hoy adquiere otra dimensión en su aura espectacular mudando su fulgor mexicano
a “Estrella del Norte” como se alcanzó a llamar a nuestra Tonantzin en los
siglos virreinales y que ahora en días de republicanismo democrático y de
globalización, se vuelve determinante guiando nuestro norte mientas acecha el
filibusterismo de quienes creen que Estados Unidos volverá a ser grande
invadiendo Groenlandia, Panamá y extendiendo la Florida mexicana hasta
Veracruz. El vetusto sueño gringo colonialista, transmutado en el sueño guajiro
de una nación empobrecida por el crimen, las drogas y los otros esclavismos de
su modelo económico cuya cúspide exalta el convicto Trump, se hace añicos en el
Humanismo Mexicano que generoso envía ayuda a Los Ángeles y expone a sus mejores
hombres combatiendo el fuego que ha ignorado Trump y cuya verborrea es incapaz
de volverlo solidario como neoyorkino con los pobres del Oeste, no obstante que
el origen de su fortuna familiar se haya acumulado en esas regiones del viejo
oeste pistolero de cantinas y trata sexual. Esa
Mujer Vestida de Sol que hizo grande a los mexicanos, la Estrella del Norte en
la nueva anunciación del siglo XXI, destella con inmensa fuerza en la reflejada
figura de la Presidenta Claudia Sheinbaum que en cien días de gobierno recuperó
quinientos años de quebranto con una singularidad que la enmarca cumpliendo lo
que a nuestros ruegos exigíamos a nuestra estrella forjadora de matria: justicia,
agua, trenes, carreteras, energía, agro, salud, soberanía alimentaria, cultura,
inversión e investigación tecnológica, becas, universidades, seguridad pública,
mujeres, diplomacia, etnias, medioambiente. Los cien días de un Jefe de
Estado son como cualesquiera otros, los cien días de la Presidenta de México
son redondos, jugosos y prometedores. No ha fallado, ni fallará.