Vladimir Rothschuh
Muchas obras, muchas acciones de gobierno, mucho programa y
mucho simbolismo, caracterizaron el informe de Clara Brugada por sus primeros
cien días al frente de la Capital de la Transformación. Entre ese mucho
introdujo la Jefa de Gobierno principios que proyectan su sexenio en torno a la
seguridad, el feminismo, la prosperidad y el igualitarismo. Especialmente este
último que baña al resto pues no puede haber ni seguridad, ni prosperidad, si
no es compartida, como señala la presidenta Sheinbaum, y que llevó a los
neoliberales a obviar lo elemental de que por el bien de todos, México no debía
seguir extremando la pobreza. La Cuarta Transformación equivalió a enmendar
esos errores sin derramamientos de sangre y sin polarizaciones de clase que
provocaran más odio que el inflamado por la insensibilidad tecnócrata. El ejemplo
cúspide de ese igualitarismo fue la revocación de Brugada al legalismo del
género al establecer un nuevo contrato social superando los usos y las
costumbres impuestos por la supremacía de roles a través del programa Pensión
Hombres Bienestar 60 a 64 años, que este año otorga un apoyo de 3 mil pesos
bimestrales a más de 77 mil beneficiarios. La dialéctica de los sexos fue
abolida por Brugada con esa innovación que debilita nuestra larga axiomática entre
índices de género: es una mujer la que invita, no por enajenación, a los
chilangos y llena el zócalo con hombres sin ninguna dificultad motriz o mental
como grupo vulnerable, sino como remediación de los vicios originales
históricos que añaden a Marx y Engels sobre sociedad y familia. Curiosamente de
esta vertiente acotada marxista es que el feminismo igualitario revisa el
problema ideológico y lo transforma por encima del binarismo sexual, que ahora
Donald Trump rescata del colonialismo gringo. Esta primicia de Brugada aún elude
totalmente su sentido público al quedar suelto el trasfondo del igualitarismo
feminista expresado en su vida misma, sus equipos de trabajo, su formación
política y su actual gabinete paritario. La madurez requerida como mujer es
inmensa para una Jefa de Gobierno que
desmonta desde las conciencias, nuestros roles sexistas arraigados que
nos impiden ser a los unos y a los otros cual civitas.