Por Vladimir Rothschuh
La historia de México en
su último siglo, es la historia de la UNAM. Conocer nuestra historia nos ayuda
a exaltar coincidencias o divergencias y hoy la Máxima Casa de Estudios tiene a
su cabeza un economista pero más historiador surgido de sus aulas. El rector
Leonardo Lomelí coincide en que la
Universidad de México debe seguir a la vanguardia,
formando ciudadanía comprometida, informada y demandante. La sincronía de
historia y economía la expresa el rector Lomelí en el muestreo de “revolución y
reconstrucción” del periodo 1917 - 1938, espejeando el restante siglo XX y que atraviesa indudablemente a la Máxima
Casa de Estudios. Ese periodo creativo de una nueva Nación, estudiado por
Lomelí en su último libro, disiente con la deconstrucción de dichas
instituciones ocurrida cuando la UNAM dejó de ser santo y seña de la clase
política para que el desarraigo cundiera con la educación exterior ajustada a
los Chicago Boys. El rector Lomelí proviene de la facultad que fortaleció Ifigenia
Martínez, hija y enmendadora del Milagro Mexicano y a su vez detractora del
neoliberalismo rampante de uno de sus peores discípulos, Carlos Salinas, auto declarado
recientemente indigente laboral. El neoliberalismo no es un trago amargo para la UNAM, lo fue
para el prestigio de la familia De Gortari, para su partido político y los economistas
orgánicos que lo aupaban, al igual que los juristas kelsenianos cómplices del
Estado Mínimo. Con esa perspectiva visionaria 1917 – 1938, el rector Lomelí
atiende las demandas expuestas por la
singular transformación que vive México como un flashback constructivista y que
la presidenta Claudia Sheinbaum sugiere en
más cátedra, investigación, difusión cultural y menos burocracia universitaria.
Debido a que en las pasadas transformaciones de México la UNAM ha ido de la
mano actualizándose en cada uno de sus momentos, ahora tampoco se queda atrás,
siendo los dos anuncios del rector Lomelí, uno de reingeniería presupuestal y el otro de reforma
institucional, golpes de timón que corrigen la exégesis autonómica extraviada. Evidentemente
se ponderaba injerencismo la sola exhibición de una transformación de la UNAM a
los tiempos de regeneración como si
fuese ajena la Máxima Casa de Estudios al devenir nacional en todo el siglo.
Solamente una unamita como la doctora y nobel Sheinbaum podía apelar a la
identidad de otro unamita progresista e historiador de nuestro nacionalismo
mexicano, el rector Lomelí, para que desde dentro recobre la alma mater la
tutelaridad impar de renovados tiempos.