Por Vladimir Rothschuh
Retomó Mario Delgado el
diálogo de la presidente electa con la
CNTE de septiembre pasado. Ahora sobre un pliego petitorio compacto y no sobre
las necesidades de casa sección como ocurrió cuando Sheinbaum los atendió. Las exigencias
de la Coordinadora son una media docena de puntos pero se reducen a dos que ya
atendió el presidente López Obrador, como son echar atrás la reforma educativa
y el aumento salarial. La narrativa de la CNTE no ha variado por décadas sin
modificar de su parte lo esencial ¿qué ofrece la Coordinadora a cambio? Porque nuestra
idiosincrasia, a diferencia de otras latitudes, es de limosna con garrote: si
no se disciplina la presidenta Sheinbaum o el secretario Delgado ante ellos a
cambio recibirán marchas, plantones y violencia callejera. Durante sexenios es
tradición pedir sin ofrecer eficiencia, productividad y calidad laboral a
cambio. Hay un apartado del pliego petitorio que se escurre entre los últimos
que lo denominan sus líderes: “financiamiento al programa nacional de educación
de la CNTE”. Sin ningún sonrojo los cabecillas magisteriales le exigen a Mario
Delgado una partida de dinero exclusiva para la caja chica de la Coordinadora
cuando el sino de la Cuarta Transformación ha sido acabar con los privilegios
de ministros, jueces, magistrados, consejeros, comisionados, que componían la
corrupción de la élite depredadora del pueblo. El presidente López Obrador
trazó la hoja de ruta negándose al intermediarismo del coyotaje que vez con vez
iba a arañarle las puertas de Palacio Nacional. Y después del diálogo con el
titular de la SEP, los dirigentes de la CNTE van a calar al director del
ISSSTE, Martí Batres, cuando ya fueron atendidas sus demandas por Bertha
Alcalde. Por cierto,
II- El docto Martí
Batres ejerció una cátedra frente a los galenos del sistema sanitario que se
agruparon para dar el banderazo de salida a la vacunación contra influenza en
vísperas de invierno. Y se dice docto porque dio razón de su cultura personal
del vademécum mexicano del siglo XVI incapaz de tratar por la herbolaria
tradicional las hemorragias nasales con fiebre y que los nativos del altiplano
llamaron Cocoliztli, una especie de dengue hemorrágico que los españoles
trajeron de Europa y esparcido aquí por un mosquito inexistente en el nuevo
mundo. La referencia del doctor Batres es fiel debido a que el Códice de Cuautitlán
reseña el primer brote de 1545 y el
segundo veinte años después capaces de acabar con 13 millones de nativos dando
lugar a la primera recesión mexicana registrada en los libros de cuentas
religiosos sobre los diezmos diezmados que apenas se recuperarían en el 1700 para
a enfrentar de inmediato la peste del tifus o matlazáhualt. Bernardino de Sahagún
relata que las dos enfermedades comunes de los mexicanos antes de la llegada de
los españoles eran pulmonares y gastrointestinales y que a los siglos definen
las patologías comunes del altiplano. El doctor Batres tomó la vacuna contra la
influenza y puso el estándar a los 14 millones de derechohabientes que componen
el ISSSTE, exaltando como un acto republicano el derecho a una salud digna
sobre un malestar ancestral compuesto de resfriados, gripas, tos y flemas,
antes tratados con hierbas y hoy prevenibles con una vacuna.