Vladimir Rothschuh
El único mexicano que por vías jurídicas procesó por crímenes de lesa humanidad y llevó a la cárcel a un ex presidente, se llama Ignacio Carrillo Prieto. Hecho histórico para engrosar el libro familiar “Un México a Través de los Prieto”, que enorgullecía a Nacho del abolengo de los Prieto Trillo y Prieto Laurens. La corrupción judicial se encargó de que Luis Echeverría la librara, alegando vejez y que la corrupción de Felipe Calderón, Cabeza de Vaca y Medina Mora, tacharan la currícula del Fiscal inventándole falsos para correrlo de la Femospp e inhabilitarlo en el servicio público. Los persecutores de Carrillo Prieto a la vuelta de dos sexenios ahora o son prófugos de la justicia o delincuentes, por blanquear dinero o proteger al crimen organizado. El mismo Medina Mora que llevó a la SCJN el sino de sus oficios, tuvo que renunciar al Máximo Tribunal cuando el gobierno del presidente López Obrador lo investigaba por sus vínculos con la delincuencia organizada que fue protegida durante el calderonismo. Se fue de la SCJN Medina Mora evitando acciones de la Judicatura a instancias de la Fiscalía General de la República, no así el equipo de García Luna sobreviviendo en las entrañas del Poder Judicial, como lo denunció en diversas Mañaneras el presidente López Obrador. A Carrillo Prieto le parecía la inhabilitación de Cabeza de Vaca, Medina Mora y Felipe Calderón, un hito que reflejaba la podredumbre de la impartición de justicia y que tiempo adelante obtendría la razón cuando el ministro Medina Mora le presentó al ministro presidente Zaldívar su “carta de juida” a secas, a manera de desvanecerse del espacio público y no ser objeto de sanciones en su contra por su relación con Calderón y García Luna. Fallecido a sus 77 años, Carrillo Prieto no pasa desapercibido cuando el Caso Rosendo Radilla resurge clamando justicia y la reforma al Poder Judicial avanza para erradicar la putrefacción entre ministros, magistrados y jueces.