COVID19 Y VEGANISMO





*La fiesta de los taladros 
*Cuerpos ácidos, muerte ácida
*Regreso al Origen, aquí y ahora
*Abolición del esclavismo animal


VLADIMIR ROTHSCHUH


         Los siete tipos de coronavirus sumado el Covid19 llegaron al hombre por la ingesta de res, puerco, aves y murciélagos, para el virus chino han añadido el pangolín pariente del armadillo que además de ser intermediario del coronavirus produce lepra. Esta historia de la crueldad especista del hombre esclavizando y matando animales, tal es la maldición de Zeus a la humanidad por haberle robado Prometeo el fuego de la sabiduría y que es la misma referencia de los génesis de las religiones y más común para occidente con el arcángel de las mil voces con espada flamígera cerrando el paraíso. La desgracia sentenciada a la humanidad era decretada por los Elohim a los hombres comiendo sangre, y cuando ya todo parecía dicho y nada era posible, la pandemia del virus chino devuelve a la humanidad a la revisión de su origen: todos los males del hombre provienen de su alimentación cadavérica. Es triste que los dos personajes mexicanos, Radko Tichavsky (Comenius) y Erick Estrada, que por décadas se han asumido como panópticos de la lucha contra el especismo, ahora hagan mutis con esta pandemia sabiendo que su origen radica en la ingesta animal. El Covid19 no es distinto de sus otros primos hermanos, es aún más frágil porque el agua, viento y el calor lo mata.


 Lo común del virus chino es que solamente puede multiplicarse en cuerpos humanos ácidos, cualquier vegetariano sabe que los cuerpos ácidos son productos de una alimentación de proteínas animales que elevan la enzima angiotensina factor desencadenante de hipertensión y sustrato para el Covid19. Hoy los epidemiólogos franceses llegan a la conclusión de por qué afecta el virus chino a los adultos mayores bajo tratamientos de inhibidores de la angiotensina; enfrascados en conclusiones más que en causas, los científicos buscan a posteriori una cura cuando en el antecedente radica la alimentación a base de animales. Pero la medicina como parte de la industria de la enfermedad a la que se unen farmacéuticas y alimentos procesados, jamás podrá remediar las enfermedades de las cuales lucra el paradigma neoliberal lejos de toda bioética. Los hipertensos son pasto para el Covid19, queda claro que los veganos son hipotensos por no consumir todo tipo de carnes, la terrible leche y los óvulos de gallina o blanquillos; sus cuerpos son alcalinos evitando las mal llamadas enfermedades que la industria alimentaria  y farmacéutica han vuelto botín y núcleo de sus estafas sociales y sanitarias.  Entre las diversas enseñanzas del Covid19  a nivel mundial está  el freno a la vida acelerada, el regreso al origen, el disfrute de la cosas simples, el respeto a las demás especies, una vuelta a gozar lo que se tiene y amar lo que se hace, es el reclamo milenario del aquí y ahora. Ojalá el impacto global del virus chino, como el nuevo diluvio y la enésima alianza, permita a los sobrevivientes el resurgimiento de una nueva sociedad empática porque culpar a los animales de las pestes es ocultar la responsabilidad humana esclavizando millones de seres para los vicios alimenticios de una sociedad cancerosa, hipertensa, hipocondríaca y edulcorada. La inmadurez humana, mal traducida como pecado, está al borde de su mayoría de edad edénica en esta pandemia. Lo que alguna vez parecía imposible aboliendo el esclavismo humano ahora es posible solventar con el esclavismo animal.  


Podemos citar a Horacio, a Blake o Whitman pero cabe mejor García Lorca en su ‘Oficina y Denuncia’ cuando afirma y profetisa:  “Todos los días se matan en New York/ cuatro millones de patos,/ cinco millones de cerdos,/ dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,/ un millón de vacas,/ un millón de corderos/ y dos millones de gallos/ que dejan los cielos hechos añicos./ Más vale sollozar afilando la navaja/ o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías/ que resistir en la madrugada/ los interminables trenes de leche,/ los interminables trenes de sangre,/ y los trenes de rosas maniatadas/ por los comerciantes de perfumes./ Los patos y las palomas/ y los cerdos y los corderos/ ponen sus gotas de sangre debajo de las multiplicaciones;/ y los terribles alaridos de las vacas estrujadas/ llenan de dolor el valle/ donde el Hudson se emborracha con aceite./ Yo denuncio a toda la gente/ que ignora la otra mitad,/ la mitad irredimible/ que levanta sus montes de cemento/ donde laten los corazones/ de los animalitos que se olvidan/ y donde caeremos todos/ en la última fiesta de los taladros.”