*Gasolinazo
zapatista
*Soberanía
y Progreso
*Tiempos
de canallas
*Mañaneras
de resonancia
*El fusible de la SCJN
VLADIMIR
ROTHSCHUH
Que no le comiencen a medir al Presidente de la República sus mañaneras. La prensa más
beligerante llama la atención a la hora de su café en la
Toriello, encrespando los ánimos para
que el inquilino de Palacio Nacional salga desde Tlalpan con una agenda
prefigurada por los fifís. Lo que se
pretendía con las conferencias matutinas para guiar la bitácora el
resto del día, se constriñe a responderle a la prensa adversa sin que la agenda alcance
su esplendor en las apariciones tempraneras del Mandatario. En el sexenio, todo
se lo puede llevar el Presidente como caja de resonancia del arcaísmo mediático
que lo entretiene como en las épocas del cuarto poder dominante con sus ocho
columnas, las rotativas y la tinta de sus páginas. Los fifís vociferan y el Presidente acota y así la
noria de un toma y daca insustancial a los propósitos de la Transformación. En gran
medida López Obrador alimenta al feneciente periodismo de papel y tijera inflando
la egolatría de sus propietarios. Con la
rutina cualquier editor de prensa sabrá que una zancadilla fuerte a la
Cuarta Transformación tendrá efectos en la Toriello Guerra y que
momentos después aparecerá el Presidente en su conferencia mañanera, engordándole
el caldo a sus adversarios, como si nada tuviera que decir de sus acciones de
gobierno. Será el comienzo de año, el inicio del nuevo sexenio, lo que
apremia salirle al paso a temas que no son competencia del Presidente de la
República sino de sus subordinados porque abarcando las obligaciones de su
equipo gabinetal, López Obrador entrará en una recta de desgaste en detrimento
de su legitimidad política. Y no es que se le pida ser como la mafia del poder
que antaño replicaba, 'ni los veo, ni los oigo', simplemente deben mirar, escuchar
y atender los peones del tablero gabinetal.
Se acabó la campaña electoral para seguir usando a López Obrador de
adarga, lanza, pararrayos, todo en su figura y que tan buenos resultados ofreció
en una circunstancia comicial fijada en su persona y que infinitamente es lo opuesto
al ejercicio de la administración de un gobierno nacional.
Exhaustivo
Ricardo Monreal comparando la prosperidad que llevó López Obrador a la frontera
norte con la reducción del IVA y del ISR como los precios competitivos de los
combustibles, siendo que del otro lado Trump ofrece represión a los
indocumentados y un ominoso muro de hormigón y púas. Asume el líder del Senado
el papel defensor de la soberanía frente al pasado silente de la Cámara Alta
con el injerencismo descarado de Trump por medio de sus procónsules domésticos
y ajenos. El Plan Marshall hacia las naciones Mesoamericanas lo detonó López
Obrador desde el Río Bravo cumpliendo sus promesas transformadoras en
energéticos baratos y en menos impuestos, a manera de estimular el desarrollo
regional y no sin picarle el fatuo nacionalismo a Trump, porque también atraerá
inversión americana a los estados norteños las dos acciones de gobierno de la
Cuarta Transformación para mal del proyecto de América para los Americanos. Monreal, en tanto atendía la agenda binacional, afinaba
la propia para el periodo extraordinario por venir con tal de sacar los
pendientes de la Guardia Nacional y la titularidad de la Fiscalía General de la
República en las que despuntan Bernardo Bátiz y Gertz Manero.
Poca
falta le hizo al presidente López Obrador fijar su amor y paz a la declaración
de guerra del EZLN, cuando se le había adelantado Jiménez Pons a la Mañanera
con una altiva declaración de tambor batiente que debió poner en alerta a Torruco,
Durazo, Sánchez Cordero, Sandoval, Ojeda y hasta Rutilo. El responsable de la
construcción del Tren Maya desde Fonatur, se fue al gatillo: 'nos vamos a morir
en la raya, no hay vuelta atrás'. O quizá si fue acertada la réplica de
López Obrador no al Sub Comandante Galeano, sino a Jiménez Pons
alejando toda violencia armada que caracterizó a la mafia del poder
tecnocrático usando erróneamente al Ejército en Los Altos de Chiapas. Habiendo transitado
en paz el EZLN durante el sexenio de Manuelito Velasco, no le pareció mal a
López Obrador decantar la magna obra del Tren Maya en el nieto de quien entrenó
a los zapatistas en su rancho Las Maravillas y ex suegro de Manuel Camacho de
Santa Fe. La farmacopea presidencial con los Amlodipinos velasquistas al
asmático Marcos, complicó más la transpiración política llegando la tropa
ezelenita en estos días de bienaventuranza a las palabras cortas que
degusta Jiménez Espriú. Ninguna garantía ha ofrecido Velasco como Zar del Tren
Maya frente a los in-insurrectos del EZLN que frotan el pedernal amenazando
miedo. Ni morirse en la raya, ni Guardia Nacional cuidando la obra rielera en
Chiapas, porque al gasolinazo zapatista el Presidente de México, empuñaba su
mano y abría sus dedos en simbología de amoríos y pacifismos.
El titanio aprestaba Miguel Barbosa pero le temblaba el bridón ante los cantos de guerra de Polevnsky invitándolo a dar medio paso al frente de las elecciones poblanas. Tiznado el malogrado candidato por el helicopterazo, con la presentación segunda de Yeidckol de que iría por la revancha, mejor se hacía para atrás en estos momentos de canallas, no fuera a ser sacrificio y festín de caderas enmoladas. Porque a cualquiera con dos dedos de frente, la postulación de Barbosa sobre el helicopterazo era fundirlo con todo y la caja negra del sospechosismo. Junto con la muerte de la pareja las flamas alcanzaban en primera persona al malogrado aspirante moreno. Como partido en el poder y con una Constitución Moral en ciernes, debe ser Morena predicador de ejemplos en la sanidad política merecida para Puebla y todos los rincones del país. A eso quizá apuntaba Polevnsky invitando a Barbosa a dar el paso en falso y romperse la única pierna que le quedaba. Y de ahí que se mantuviera en la sombra a mejor resguardo Miguel con tal de no enturbiar más el clima panteonero que fuegos amigos y enemigos soplan de uno a otro costado, porque habla para sí el detrimento azulado de alzar la mano sucesoria en ese tufo mortuorio.
La fiesta en paz en la SCJN es el mensaje del pleno de ministros volcándose por el candidato de López Obrador, Sánchez Cordero y Marcelo Ebrard. El nuevo ministro presidente pasó la votación de manera fácil como no la tuvo Luis María Aguilar y cuya Presidencia fue semblante de la manera de su ascenso crítico. La buena sintonía de Zaldívar con el Gobierno de México, augura un mejor entendimiento sobre el conflicto de interés en los salarios máximos, habrá otros canales para llenar las formas financieras en el Poder Judicial sin lesionar su autonomía. Votaron los ministros del Pleno por el fusible que les promete preservar sus derechos, siendo que la Cuarta Transformación demuestra capacidad negociadora y eficacia resolutiva con Zaldívar atendiendo intereses comunes.