*EL AGUA COMO LUCRO
*VIOLENCIA EN LA UNAM
Vladimir Rothschuh
Aguascalientes fue el laboratorio
neoliberal para ensayar la privatización del agua, la reforma de Carlos Salinas
abrió ese bien de los mexicanos al lucro no solamente de las transnacionales
sino de gente humilde que comenzó a especular con las concesiones. La
presidenta Sheinbaum echará atrás esa otra reforma privatizadora y que ella
palpó de cerca como Jefa de Gobierno, porque se encontró que Sacmex respondía a
los intereses neoliberales de un ex jefe de gobierno salinista que subrogó la
cobranza a empresas privadas. Efraín Morales detalló en la Mañanera todas las
artimañas de grandes empresas hasta pequeños ejidatarios que encontraron en el
comercio del vital líquido una fuente de cientos de millones de pesos. Siendo
Jefa de Gobierno Sheinbaum negociaba con empresarios sobre la liberación de
cuotas de agua en beneficio de alcaldías en desabasto, jamás hubo precarismo
mientras ella despachaba y menos las pipas se volvieron parte de esa red de
corrupción denunciada por Efraín Morales, no solamente en la Ciudad de México sino
en todo el país.
II- La violencia en la UNAM casi siempre ha ido de la mano de los intereses ajenos al estudiantado y casi siempre se apunta a los últimos pisos de Rectoría tratando de hacer culpable al inquilino del despacho de la máxima autoridad unamita. Hoy no es la salvedad apuntando la bajeza hacia el rector Leonardo Lomelí, por un sinnúmero de razones del “hubiera sido” como basura donde suele abrevar cierto periodismo ufanado en mirar desde el retrovisor lo que en su diarismo no suele atender. Todo mundo, propios y extraños, brindan recetas al Rector, todo mundo tiene fórmulas infalibles a las que deben supeditarse las autoridades universitarias. Es la larga y tradicional historia de la UNAM y que ha definido el curso del país y de la que parece no escapar como parte de su aliento vital donde partidos políticos, gremios, grupos criminales, tiran sus anzuelos cuando la violencia y sus tragedias asoman. “Como Rector, expresó Lomelí, condeno la violencia y también me hago cargo de la necesidad de redoblar los esfuerzos para prevenirla y erradicarla. Estoy convencido que es necesario redoblar esfuerzos para hacer de nuestros planteles educativos y de todas nuestras instalaciones, espacios seguros y libres de violencia.” Ningún rectorado ha rehuido sus responsabilidades, hoy Lomelí, enfrenta hechos singulares cuando la cultura de la cancelación tristemente, no sólo es la iglesia pública de los jóvenes, sino de un establishment cuya transición ni empieza, ni acaba.