EL CORAZÓN DE MÉXICO

 



 

Vladimir Rothschuh

 

El idioma mexicano es vuelto a poner por Clara Brugada en el centro de las políticas públicas. Se suma  la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México a los legados modernos de Lázaro Cárdenas  y López Obrador, así como al antiguo de nuestros liberales y franciscanos, reavivando nuestra lengua original como disciplina educativa en la educación básica.  Brugada como una mujer del pueblo estimuló en la alcaldía de Iztapalapa  todo lo que tuviera que ver con su cultura original, extendiéndola ahora como mandataria de la CDMX. El idioma mexicano como se le denominó desde la Escuela de Santa Cruz en Tlatelolco en el siglo XVI, fue el idioma del imperio mexica y del esplendor del altiplano, que en el sano juicio de Clara Brugada valía la pena decretarlo hoy como lengua materna de la instrucción pública en el contexto de los 700 años de la re-fundación de Tenochtitlán y de los festejos de nuestras lenguas originarias que el presidente López Obrador  instituyó como oficiales en las reformas constitucionales de 2022.  La visión originalista de Brugada permite que su ejercicio de gobierno ciudadano la mantenga mes a mes en el top de las mejores mandatarias de México y del mundo, debido a que su administración pública solamente es equiparable a las ciudades con más población, con más visitantes turísticos, con más teatros y museos, y sobre todo con más derechos sociales de última generación. Por eso resultó distópica la medición de Mitofsky al equiparar a la gobernadora de la CDMX con los mandatos parroquiales de entidades desgobernadas como son  Guanajuato o Aguascalientes, a sabiendas de todas las obviedades que implica ser jerarca de la Capital del país. El nivel cultural, turístico, comercial, de derechos sociales y de seguridad pública de la CDMX rebasa a Buenos Aires, a Sao Paulo, a Bogotá, a Santiago,  a Nueva York, por reflejar las capitales americanas prestigiadas. La domesticidad no ciñe el mandato de Brugada, ello implica que retome a los pueblos originarios y vuelva disciplina de instrucción pública a nuestra lengua imperial para emplazarla delante de su agenda como engranajes de la Capital de la Transformación. Los peores momentos de la historia de México han sido los de negación del náhuatl como el periodo borbónico, el porfiriato y el neoliberalismo, en que ser indiano era sinónimo despectivo y de retraso para la modernidad pretendida.    El náhuatl es el idioma mexicano restituido por Clara Brugada a la vitalidad sanguínea del corazón del país: la Ciudad de México.