BRUGADA: JUSTA MEDIANÍA



 

Vladimir Rothschuh

 

La sentencia alejandrina que recorre de cabo a rabo la historia política, la asumió Clara Brugada en campaña aguerrida y ahora en su pródiga victoria, sumando a sus adversarios, que no enemigos dice el presidente López Obrador, a su proyecto de transformar la Ciudad de México conforme a sus programas del utopismo mexicano, atendiendo a los que menos tienen y empujando la construcción de la prosperidad para ser compartida. La sentencia misma  del humanista y político macedonio se concibe en los orígenes utopistas de México Tenochtitlán,  recuperado hoy con el Segundo Piso de la Cuarta Transformación en su programa que trasciende la solidaridad por el sentido humano, siendo puntual Clara Brugada con una lucha de mujer de izquierda por cuarenta años  que decide ofrecerle la justa medianía a los géneros con su pensión para hombres de sesenta años en la Ciudad de México mientras la presidenta Sheinbaum lo hace  a nivel nacional con las mujeres. En el equilibrio republicano Clara Brugada opta por incluir en su proyecto de ciudad a quienes fueron duros adversarios en las alcaldías Benito Juárez, Coyoacán, Miguel Hidalgo, reuniéndose con cada uno de ellos como lo hizo con las alcaldesas y alcaldes de su partido Morena en las restantes demarcaciones. Alcanzada la máxima magistratura y ser mezquino, desdora el oficio político labrando la profundidad de la ruina, los sectarismos de izquierda y derecha tienen caminos empedrados. El presidente López Obrador a diferencia de Juárez, Madero y Cárdenas, desarrolló el bienestar para beneficio de los pobres y de quienes generan bienes materiales, no dijo o unos o los otros; los neoliberales insistieron en los imposibles de conseguir un Estado de Bienestar con un Estado Mínimo, la contradicción a ellos se llama Cuarta Transformación y su Economía de la Felicidad: millones salieron de la pobreza, la moneda mexicana es robusta, las inversiones extranjeras y domésticas son pujantes floreciendo los que menos tienen como los que también tienen. Con varias décadas de militancia progresista, la Jefa es Clara en sus propósitos de robustecer el Segundo Piso en la Capital de la Transformación, sumando y no restando.  La praxis del presidente López Obrador en Sonora permitió a Alfonso Durazo acceder a la gubernatura, semejantes tratos equitativos permitieron  a Salomón Jara alcanzar la gubernatura  en Oaxaca, a Delfina Gómez en el Edomex y entre otros, a Menchaca en Hidalgo. Igual supo añadir a Martínez Cázares o a Lilly Téllez, a sabiendas como el fraile franciscano que al amistarse con alacranes se corre el riesgo de picaduras con la ventaja de la vacunación perenne y magnánima, tal acaba de replicar Adán Augusto con el senador Yunes. En su campaña electoral Clara Brugada fue  apasionada, inteligente y osada, para mudar en su triunfo comicial esos valores en política, inteligencia y especialmente, humildad. Todo el debate histórico de los tratados acerca de la gobernanza y la bonhomía del jefe, se multiplican debido a que el poder anhelado acaba cumpliendo la máxima de Lord Acton, destreza del presidente López Obrador para deponer en diciembre de 2018 la figura del radical opositor en la del Estadista que abría un futuro de regeneración mexicana sin derrapar en los extremismos floresmagonistas y acaboses del maderismo. La virtud del presidente López Obrador fue transformar a los mexicanos sin derramar sangre, emprendiendo más que una revuelta costumbrista de nuestros anales, una revolución de conciencias, siendo su propia ética el eje proyectado. En sus recientes giras con la presidenta Sheinbaum aplacó a las multitudes que vociferaban contra los gobernadores de oposición y que a los ojos de esos pueblos merecían estar colgados de las ramas de los árboles. De esa cátedra desprendida abraza Clara Brugada la pluralidad política, social, económica y de género del nuevo humanismo mexicano en la Ciudad de México, cuya visión consolida los lustros transformadores por venir.