Por Vladimir Rothschuh
Los activistas defensores de los animales tildan de
prevaricato a la ministra Yasmín Esquivel, añadiendo un conflicto de interés
más a su currícula en la SCJN: como ministra ponente acerca de las
corridas de toros en la CDMX, según los activistas, debió excusarse y rechazar
el caso debido a su afición a las corridas de toros. Generacionalmente la única
ministra joven del Pleno es Lenia Batres, los restantes responden a un siglo
donde el maltrato animal, los sobrenombres, la homosexualidad, la misoginia y
el racismo eran tolerados y fomentados. Hoy está mal visto decirle
retrasado mental a una persona con capacidades diferentes. Inclusive un auto de
ocho cilindros era cool en el siglo pasado y el medioambiente poco importaba
con los combustibles fósiles. A esa generación pertenecen los miembros del
Pleno de la Suprema Corte. Dichos eventos son horrorosos para los Millennials
y éstos han hecho conciencia contra las desviaciones sociales, morales y
económicas de lo mal llamado “usos y costumbres”. Los defensores del derecho animal, imputan
a la ministra Esquivel, en un nuevo momento sobre su tesis y un nuevo amparo a
favor de la UNAM, sin embargo, no pueden culparla por ser carnívora y no
vegetariana, por usar autos grandes, por disfrutar de la pasión del Rey Minos que Teseo puso fin para liberar
al Mediterráneo de un tirano. En todo su juicio está la ministra Esquivel de gozar las nuevas
libertades políticas, como rechazar la propuesta del presidente López Obrador
para que a los impartidores de justicia, el pueblo los designe por votación abierta.
También está en su lícita conveniencia la ministra y los nueve restantes
miembros del Pleno de cobrar 700 mil pesos mensuales y no ajustarse su salario
conforme a la novedosa Ley juarista que tasa a todo servidor público a la
justa medianía del presidente López Obrador, siendo la excepción la
ministra Lenia Batres. ¿Cuántos defensores de los derechos animales han dejado
de comer animales o bien cuántos repudian la tauromaquia pero disfrutan
filetes de animales brutalmente estresados para satisfacer sus apetitos
culinarios? El primer redondel taurino de México fue en la Plaza del Volador en
1529, donde la santa inquisición empalaba y mandaba a quemar a los indios antropófagos
siendo que el clero y los españoles juraban y se emborrachaban comiendo la
carne y bebiendo la sangre de Cristo. La
ministra Esquivel no es responsable total de que vuelvan las corridas de toros
a la CDMX, hay cuatro ministros más que alzaron la mano, tambien son corresponsables las autoridades municipales, legisladores, gobernantes y
activistas, por permitir que el Coso de Insurgentes no fuera destruido para
convertirlo en un espacio deportivo, unidad habitacional o un mall,
tal sucedió inversamente con los neoliberales en el ahora Parque Delta y para
desgracia del béisbol que sí disfruta sanamente el presidente López
Obrador. Para esa vieja generación de ministros de la SCJN va esta añeja
copla de Carlos Castellanos:
"Y ese toro enamorado de la luna
Que abandona por las noches la maná
Es pintado de amapola y aceituna
Y le puso campanero el mayoral
Los romeros de los montes le besan la frente
Las estrellas y luceros lo bañan de plata
Y el torito que es bravío y de casta valiente
Abanicos de colores parecen sus patas..."
¡Vaya tío, qué potestad gozamos nosotros para arruinarle la vida al lindo animal!
Los tiempos de los derechos de última generación marchan
contra ese reloj conservador de esclavismo y maltrato especista. ¡Cuántos no se
opusieron a que las mujeres votaran, cuántos que fueran electas y cuántos a que
ocuparan encargos públicos! La ministra Esquivel es el resultado feminista del
presidente López Obrador que ha llevado el mayor número de mujeres a la Suprema
Corte y a construir el primer Gabinete de paridad de género en la historia
nacional, así como orientar a una mujer como primera Jefa del Estado Mexicano.