*Música y poesía, poder y creadores
*Estado de Bienestar contra Estado
policial
*INSABI y la Mafia Bata Blanca
Filtradas o no las reformas al
sistema de justicia penal, su aniquilación in vitro devuelve la certeza
jurídica al Estado de Bienestar que busca erradicar, en percepción del
presidente López Obrador, el modelo económico como matriz de los males en la
procuración e impartición de justicia. Sexenio tras sexenio las rutinas
legislativas de culpar a las leyes del fracaso judicial, aparecen como panaceas
entre las nuevas clases gobernantes y, en esta ocasión, la Cuarta Transformación
no quedó exenta de la reformitis miope y excusadora del modelo neoliberal como
paradigma sistémico. Gertz, Monreal y
Sánchez Cordero, forman parte de ese Establishment, siendo la excepción Julio
Scherer, con visión particular del juarismo reivindicativo que el Presidente de
México ofrece como resolución a nuestros problemas tras una constitución moral
a las carencias del Estado de Derecho. El borrador original de las reformas
recrudecía la obsolescencia de leyes crueles contra los derechos humanos y cuyo
monumento es el saldo sanguinario del Estado policial y represor de las pasadas
décadas. Antes que las reformas sociales den los primeros resultados del
proyecto lopezobradorista, se formularon reformas al sistema penal cuando
insiste en señalar el presidente López Obrador la decepción del neoliberalismo
y la putrefacción de los demás sistemas comunicados por el cáncer de la
corrupción. La persistencia del modelo económico ha fomentado las autoderrotas
de los sistemas de justicia, salud y educación, bajo un sentido claro que en
los fracasos radica la pervivencia del modelo posdemocrático, lamentablemente
reivindicado ahora con esta nueva reforma penal.
Música sin poesía es igual a
borrachera. Esta ecuación es lo que distingue la formación intelectual del
presidente López Obrador y Beatriz Gutiérrez Müller por esas dos pasiones del
ágora, frente a las que alguna vez hubo parcialmente en Los Pinos cuando el alcoholismo
decidía los destinos de México y los cuates de la farándula dirigían la
comunicación social y dependencias federales. No por ello López Obrador es el primer
Presidente de México en celebrar esta fecha con los compositores. Compartieron el disfrute del Día del
Compositor y sus creadores, la pareja presidencial y la titular de Cultura,
bajo una nueva identidad poética que muestran a Gutiérrez Müller tras la rareza
dariana de Solón Arguello o de la trova social. Las relaciones del poder
político con los artistas siempre han sido complejas ponderando lo esencial de
su respeto y libertades cuando ese poder se distingue por su conocimiento y
disfrute de las artes, pues lamentablemente todo presidencialismo se caracterizó
por los sobrados donaires de incultura que ribeteaba la chabacanería política. Y
Manzanero ahí ha estado en los últimos tiempos frente a la perennidad de un
oficio y los accidentes políticos. La grandeza de México destacada por el
presidente López Obrador involucra en esa hermandad mayor latinoamericana, el
legado cultural mexicano, curiosamente derruido por la tecnocracia neoliberal
que empequeñeció las artes en las pasadas cuatro décadas. La mejor celebración
de López Obrador, Gutiérrez Müller y Frausto a los músicos, ha sido el fomento
económico y la independencia creativa desde la Cultura Comunitaria y sus
Semilleros Creativos. Sin la embriaguez del alcohol y del poder presidencial,
el respeto a los artistas y sus creaciones, hoy es la paz. Porque en los equívocos
del intelectual y la política, como dijo García Márquez, siempre es más que un
asunto de dos.
Ayer Jorge Alcocer puso en marcha el
primer hospital del INSABI que dará atención en Yucatán a once municipios de la
región y hoy el presidente López Obrador reúne su Gabinete para tratar
intersecretarialmente el desenvolvimiento del INSABI. La malversación de la
salud con fines políticos raya en la apología de la criminalidad y es lo que ha
venido haciendo la derecha panista al fomentar entre grupos sociales afines
supuestas carencias, articuladas con farmacéuticas que han operado el falso
desabasto. Una vez Jorge Alcocer detuvo a la camada neoliberal de ex
secretarios de Salud agrupados en torno a la perversión certificadora del
Seguro Popular, fue penoso encontrar ahí a Soberón y a Narro, pero al fin y al
cabo mezclados en esos intereses desnaturalizadores de la salud pública y que
dio pie a ser denominada por muchos como la Mafia Bata Blanca, ante la cual
emerge ahora Julio Frenk defendiendo lo indefendible no sólo del Seguro Popular,
sino de su gestión como servidor público. La apología de la violencia fue
tipificada delictiva por los neoliberales, bajo esa sombra están ahora los
promotores del Seguro Popular. Afortunadamente
el presidente López Obrador y Jorge Alcocer son factores de concordia, sabiendo
superar el año pasado las distintas provocaciones que fallaron en detener la
transformación nórdica en el sector salud y que ahora ambos sabrán hacerlo en estos
estertores conservadores contra el INSABI.
twitter.com/vladrothschuh