*Enfermedad como negocio
*La salud del Presidente
*Sucesión en la UNAM
*La renuncia de Urzúa
*Trump y el acero mexicano
VLADIMIR ROTHSCHUH
La hipertensión no es una enfermedad
y sin embargo al presidente López Obrador los mercachifles de las medicinas le
han hecho creer, como a millones de mexicanos, que existen las enfermedades
como el cáncer, la diabetes, colesterol, Alzheimer, la presión alta o baja y
que justifican el consumo de miles de millones de presupuesto público de
Salubridad, IMSS e ISSSTE. Hay que repetirlo como lo decía Steiner: no hay
enfermedades, hay enfermos. Y el sistema sanitario junto con las industrias
alimentaria y farmacéutica se han encargado de erigir en verdad las enfermedades
que son disfunciones alimentarias y que como lo que padece el presidente López
Obrador por ingesta de animales, puede resolverse en un par de meses
comiendo crudo. Si somos lo que pensamos, también somos lo que por la boca
entra y sale como alimento o palabras. La Cuarta Transformación está obligada a
reconstruir la cultura sanitaria y alimentaria de nuestras etnias, conforme el
Presidente de México exigió disculpas a España y al Vaticano por su conquista.
Lo crudo y lo cocido era para Levy Strauss la división entre barbarismo y
civilización, una verdad a medias con el fuego la humanidad inició una nueva
era de detrimentos. Lo crudo sana y mantiene al hombre vital, lo cocido enferma
como lo desconoce el presidente López Obrador al absolutizar las ficciones
neoliberales de las farmacéuticas y los alimentos procesados. Empeñado el
Presidente de México en transformar al país también podría ejemplificarlo
transformando sesenta años de ineducación alimentaria que lo tienen ‘enfermo
de hipertensión’.
Con la renuncia de Carlos Urzúa a la
SHCP se acabó el cuento del lobo: todos los Secretarios del Gabinete y
empresarios corporativos que se justificaban en su abulia ya no podrán culpar
al titular de las finanzas nacionales. El corrillo era interminable, la culpa
era de Urzúa porque no tenía sensibilidad social echando a miles de burócratas
haciendo de la 4T un pastiche neoliberal de izquierda mandando al desempleo a
miles de hogares; Urzúa era el blanco de las críticas del Gabinete porque no
les aflojaba el dinero para sus proyectos secretariales; Urzúa era el chico
malo al subejercer el presupuesto y organizarle conflictos a los demás miembros
del team presidencial. Urzúa era responsable del desempleo, inflación,
violencia, calificaciones internacionales, en fin, el Urzúa que mantenía sólido
al Gabinete porque el culpable era él, se licua y deja de darle cohesión a
mucha ineptitud disfrazada entre funcionarios de primer nivel federal y clase
empresarial acostumbrada al subsidio público. El aplauso al mediodía del martes
nueve de julio de 2019 era unánime y festivo en el Gabinete presidencial, con
la renuncia de Urzúa gritaban todos se acabó el velorio y la falsa austeridad
para dar comienzo a la verdadera época de transformación gracias a una economía
que hará felices a todos los mexicanos. Ojalá y así sea como promulgan los
detractores de Carlos Urzúa, que sin él comenzará la era dorada de la 4T y que
su renuncia es un signo de estabilidad y prosperidad inmediata.
La disputa por la sucesión en la UNAM
toma un nuevo curso, el presidente López Obrador se acompañó del rector Enrique Graue para
cederle a la Máxima Casa de Estudios del país la ejecución de 104 proyectos de
desarrollo urbano que llevarán progreso a colonias populares en ciudades
turísticas y fronterizas del país. El futuro de la UNAM se ha venido exponiendo
como en todo inicio de sexenio, la autonomía y la sangre meramente unamita
frente a las intervenciones de la nueva clase gobernante, asunto nada novedoso
entre quienes señalan al grupo Universidad de Sheinbaum y de Irma Sandoval
entre los patrocinadores de un cambio lineal frente a los que creen como el
representante de la 4T en la ONU, Juan Ramón de la Fuente, que se debe
conservar esa esencia universitaria, aunado al interés del ex rector de
acompañar al canciller Ebrard en el 2024 y que equivale estar en la acera de
enfrente con el Súpersecretario contra la todopoderosa Jefa de Gobierno.
Habrá lecturas encontradas porque en estas vacaciones veraneras el rector Graue
no se fue a su casa sino a trabajar los proyectos urbanos del presidente López
Obrador y que equivalen a casi cinco mil millones de pesos en proyectos en plazas públicas, vivienda,
centros educativos, polideportivos, que deberá señorear Arquitectura UNAM. El
rector Graue se sintió acuerpado por el Presidente de México en esa encomienda.
Libra de las nuevas cuotas acereras a Donald Trump la titular de Economía,
Graciela Márquez. Un hálito de respiro que salva los acuerdos alcanzados por el
canciller Ebrard con un Presidente de Estados Unidos que carece de palabra y es
identificado por su pueblo como un mentiroso empedernido. La gracia concedida
por Graciela al presidente Trump es un margen político para que el inquilino de
la Casa Blanca reconsidere las decisiones de su administración disfrazadas de
fallos por dumping y que no dejan de romper su palabra contraída por Lighthizer
ante ella, Seade y Ebrard. Prefirió Graciela Márquez echarse ella misma la soga
al cuello, porque siendo esta sanción acerera una disputa administrativa entre
Comercio de allá y Economía de acá, queda claro que la dependencia que preside
Márquez Colín no pudo o supo defender los derechos de un puñado de acereras
mexicanas como son Swecomex, subsidiaria de Grupo Carso; Building Systems de
Mexico; Corey; Acero Technología; Construcciones Industriales Tapia;
Estructuras Metálicas la Popular y Preacero Pellizzari Mexico. La dialéctica de
la titular de Economía es simple: la promesa de Donald Trump se sostiene y
México debe sostener su política migratoria también. No obstante que la
coyuntura permite al canciller Ebrard cuestionar a la Casa Blanca por ese mal
mensaje contra el acero mexicano: palabra empeñada no es palabra tergiversada.
www.twitter.com/vladrothschuh
vladyroth@gmail.com