*Reconciliación en la ley
*Violencia universitaria
*Provincialismos politiqueros
*Fusible multi-chambas
*Senador y Gobernador
*Caso McNamara
VLADIMIR ROTHSCHUH
El resentimiento no quiere irse,
asomó su tufo en la instalación de la nueva legislatura del Congreso, marcó
territorio en las puertas de Palacio Nacional en el sexto informe y mostró sus
fauces en la UNAM que está de regreso en el poder político federal con Amlo y
estatal con Sheinbaum. Persiste el afán por ensuciar la tersa transición en la
que están presionados quienes llegan y quienes se van y que no es cuestión de
dos, Morena y PRI, sino que involucra al grueso de la partidocracia y sus
fuerzas invisibles aunque notorias en CDMX a raíz del Cártel de Tláhuac y
narcotización negriamarilla. Sacado de balance Enrique Graue apeló a la
tolerancia que distingue su rectorado adelantando procesos a los responsables,
mientras que López Obrador antes de tomar el vuelo comercial a Monterrey a su
encuentro empresarial - clerical, pidió cesar la violencia; pero más que ésta, habría
que decir, el sentimiento de revancha originado en las campañas que aún no se
diluye y hace presa a los vencedores y a los vencidos por escalar la confrontación
en el medio siglo del 68. Usar a los universitarios como escenario de conflicto
es eje recurrente desde Tlatelolco, la
Guerra Sucia, replicado en Ayotzinapa y apuntalado recientemente con este
conato que no señala su extinción breve porque los grupos radicales
universitarios ligados a partidos y crimen organizado intentarán inflar el
suceso. La tersa transición que han llevado de la mano López Obrador y Peña
Nieto incomoda, hiere, ofende y provoca a muchos.
Marcaron huella
los tres días
que el Inacipe reunió voces expertas,
investigadores y académicos de España,
Argentina, México, Colombia, Francia y Estados Unidos, sobre la próxima Fiscalía
General de la República
mexicana, porque luego el Presidente electo dio un mejor curso al futuro de la
FGR enviando a Santiago Nieto a la SHCP para que la discrecionalidad no
desviara la eficacia positiva de la procuración de justicia bajo la Cuarta
Transformación Nacional. Curiosamente Gerardo Laveaga apuntó en el Congreso
internacional del Inacipe que las exigencias sociales a sus gobiernos demandan
más que en un simple cambio sino una transformación con estrategias distintas
para que la persecución de los delitos consigan lo esencial reconciliando al
mexicano con sus leyes y haciendo pleno el Estado de Derecho. Es por ahí donde
será posible que el presidente López Obrador y sus colaboradores, Alfonso
Durazo, Sánchez Cordero y Bernardo Bátiz consigan alcanzar la paz nacional.
El Bronco es el segundo
candidato presidencial con el que platica el Presidente electo y no porque lo
haya invitado a desayunar a su casa, sino por encontrarse en el aeropuerto regio
en una circunstancia entreverada: a López Obrador le mueven las agujas del
tiempo tres años para que unja ahora de precandidata al gobierno estatal a
Clouthier, y él ni siquiera se ha sentado en la silla del águila. Parroquialmente
se mueven algunos miembros del futuro partido en el gobierno atesorando el
oposicionismo rancio sin darse cuenta sus obligaciones en la Presidencia de
México. Hay temas urgentes en la agenda de la Cuarta Transformación para que la
politiquería provincialista la tome de rehén, eso de sobarle el malestar a
Clouthier por no haber sido titular de Gobernación ofreciéndole medio sexenio
antes la candidatura a gobernadora de Nuevo León, enfoca la desorientación en
que incurre una parte del equipo del Presidente electo. Como cuestionaría
Tolstoi y no Reyes: ¿el provincialismo se cura con una Constitución Moral?
El fantasma de Santiago
Levy recorre el gabinete del Presidente electo y
asusta a más de uno que cuenta regresivamente su futuro antes del uno de
diciembre. ¿Para qué sirve Levy en el equipazo moreno? Porque no solamente es
bombero en el sector económico, financiero, comercial, sino en el sanitario y
social. Es el fusible multiusos que le quita el sueño a quienes como
Vasconcelos o Clouthier se decían Secretarios en funciones. Y no tendrán de qué
quejarse los salinistas por ver a un zedillista descollando en el Gabinete de
la Cuarta Transformación porque con Nacho Ovalle o Guevara Niebla y Solidaridad
en la Constitución Moral van adelantados los suyos, porque de la pensión a mayores
de 68 se la cargan al extitular del IMSS y no a Urzúa.
No fue al sexto informe
de Peña
Nieto, pero el Presidente electo lo acuerpa aceptando que México no vive una
crisis política y económica como otras naciones latinoamericanas. Hacerle de la
conciencia de los legisladores morenos, no le quita tiempo a López Obrador
porque es el único con autoridad y legitimidad para que diputados y senadores
no remachen torpezas como las que han venido repitiendo sobre la crisis
financiera y política en que se recibe el país. Y las acotaciones de Amlo van para su equipo de Gabinete que flaquea perdiendo objetividad como buscabullas.
Y ante la Glosa del sexto informe, exigió Andrés Manuel a Monreal, a Batres, a
Porfirio y a Delgado decoro en sus conductas y lideratos, no están ahí para
humillar al equipo de Peña Nieto que llegue a explicar los alcances del último
año del sexenio; debatan, critiquen pero no sean majaderos.
Los arrimones de Manuelito
Velasco con Miguel Ángel Mancera le valieron la sanción de la aplanadora morena
para no hacer de la representación popular un pastiche de que renuncio a la
gubernatura, tomo protesta como senador, pido licencia a la Cámara que luego
regreso por irme a Tuxtla. Podrá ser muy amigo el abuelo del Presidente electo
pero esas trampas tucaneras solamente las validaban sus aliados tricolores o
azules. La buena suerte de Mancera, abriga al ex gobernador chiapaneco, como
haber desdicho al Güero Escobar en la ruptura priísta.
El INE
no consiguió que Baillères
explicara los donativos millonarios a Margarita Zavala ¿conseguirá la justicia
griega que diga pío por MacNamara?