Por todos lados asoma el disfrute
de su desempeño presidencial: Claudia Sheinbaum ejercita el mindfulness y así
se los hace saber a sus opositores cuando les sugiere hacer yoga. Ni siquiera
van a pagar nada por tomar clases diarias pues pueden acudir gratuitamente a
los PILARES que ella edificó por toda la ciudad de México. Indudablemente esta
es la mejor ciudad para practicar el Kriya Yoga según su creador para cultura instantánea
occidental, Paramahansa Yogananda, el cristo hindú extasiado en las chinampas
de Xochimilco. Usualmente la atención plena vacía la mente desde el aquí y del
ahora, Sheinbaum más bien se llena del presente permitiéndole captar lo próximo
como su horizonte, según comunicó en su primera rendición de cuentas y que
extenderá por todo septiembre en cada estado con cada gobernadora y gobernador
con los cuales ha trabajado el bienestar y la justicia a favor de los pueblos
de esos muchos Méxicos con necesidades comunes pero particulares. Por ningún
lado asoma entonces en la presidenta Sheinbaum miedo, como frivoliza Donald Trump
cuando la define de hermosa y elegante en los estándares del Miss Universo que
alguna vez operó con la derecha venezolana. Sheinbaum con su estilo personal descafeinado,
la facilidad de resolver circunstancias que para el mismo magnate de la Casa Blanca
son problemas e inclusive entre su gabinete, la sencillez de su outfit, su
distanciamiento a lo pequeñoburgués, en suma, la honrada medianía, la tienen
predicando lo que encarna su figura de Estadista. Hace un año la presidenta
electa tenía una primera fila de personajes irredentos del patriarcado quienes
al paso de los meses la soberbia los hizo creerse pares, al menos en sus
libertinas francachelas cuyos decibeles traspasaban los taquezales de Palacio Nacional;
como versos pareados de Sor Juana, uno a uno fue domando la Presidenta desde
sus vicios, pues carentes de autoridad moral labraban sus originales catafalcos.
En el Primer Informe de Gobierno desde Palacio Nacional la paridad pasó a ser
ficcional cuando la narrativa de los renglones hacía morar en las butacas liliputienses
aquellos consumidos por sus promiscuidades; el yoga recomendado a los
conservadores sumaba otras identidades perdidas en la mentira, la traición y el
robo. Por supuesto que tenemos una Presidenta tejedora de patria, como ciñe de
un lado, del otro afloja la urdimbre: no es vana su exaltación de la
estelaridad del país horizontalizando la riqueza en sus bienestares compartidos.
Su definición humanista del Segundo Piso, es ajena a la acumulación de capital,
es la estandarización de vivir bien con democracia, libertades y soberanía.