Vladimir Rothschuh
Xi Jinping estrechó la
mano de la presidenta Sheinbaum en el G20, donde nuestro país no forma parte
del bloque multipolar de China, Brasil, Sudáfrica, Rusia, India y un
archipiélago de pequeñas economías, tratadas con desmedidas atenciones por Lula.
También la Presidenta Sheinbaum estrechó la mano de Biden, su primer socio
comercial y con quien México mantiene una fidelidad asociada al TMEC y los
sinsabores vecinales señalados por Marcelo Ebrard. El titular de Economía
reconoce una falta de solidaridad regional para hacer del TMEC una correlación
global poderosa pues tanto Canadá como Estados Unidos y whitexicans,
falsifican la realidad llamando puerta trasera de China a nuestro país. Los datos
aportados por Ebrard exponen la doble conducta canadiense como americana, son
ellos los primeros socios comerciales de China acumulando 394 mil mdd en
inversiones, mientras México apenas recibe mil 600 mdd. Igualmente la presidenta Sheinbaum palpó en
Brasil el desequilibrio multipolar auto-otorgado por Lula a Narendra, Jinping y
Ramaphosa frente al desprecio hacia Biden. El G20 fue una cumbre incautada por
Rusia y China, contra quienes Lula no chista en deberes democráticos como sí lo
hace contra Venezuela. Esa multipolaridad atrae beneficios a los ojos de la
presidenta Sheinbaum y de su secretario Ebrard, el regreso de Trump al poder
ocurre cuando se han consolidado globalmente Putin y Jinping arrebatándole
suavemente a Estados Unidos tutelas en Latinoamérica, África y el sudeste asiático.
El puerto marítimo comercial más imponente en el Pacífico no lo construyó China
en México sino en el Perú aliado de Washington. El llamado de Ebrard a hacer a
un lado la mentalización negativa de los mexicanos (los cangrejos en la cubeta)
como socios menores del TMEC, contiene la certeza de un orgullo arrebatado hace
cinco siglos y que bajo la Cuarta Transformación comienza a recuperarse. La
presidenta Sheinbaum le ha dicho a Trump como al BRICS, que la relación mexicana es de cooperación, no de
subordinación.