por Vladimir Rothschuh
Bajo el lema de la reciente campaña de la UNAM “Cómo no te voy a querer”, se dio la circunstancia entre la presidenta Sheinbaum y el rector Lomelí. Es inocultable el amor que entrañan ambos por la Máxima Casa de Estudios, facilitando su química el beneficio por la academia, la investigación, la divulgación cultural y el acotamiento burocrático. La UNAM ha transformado a México a través de generaciones, la Presidenta de México ahí se formó, creció, protestó y expandió para alcanzar el Nobel y ser parte del movimiento de regeneración nacional que retoma lo mejor de la Revolución y postrevolución actualizando la agenda de valores políticos y sociales desleída por el neoliberalismo. La evidencia de ese cariño de la presidenta Sheinbaum por su alma mater fue la corrección instantánea del presupuesto 2025 que castigaba a la UNAM extendiendo un aumento financiero para una de las mejores cien universidades del mundo y la primera de Latinoamérica. Podrá haber muchas universidades del bienestar, Castellanos y de la Salud, creadas precisamente bajo la visión social original de la Universidad Popular de Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, los hermanos Caso y Vasconcelos, sustancializando el proyecto Barreda, cuyo espíritu lo expresa la UNAM como oposición al elitismo de la Real y Pontificia Universidad de México. El estándar no es que la UNAM se sume al presencialismo de los 330 mil nuevos cupos, sino que sea la matriz cualificadora del devenir de la educación superior en el Segundo Piso a manera de afinar el trabajo grueso de Rosaura Ruiz y Raquel Sosa. Pues como señalaba el economista Marx respecto a la calidad de los futuros hombres del socialismo, no podía haber dos Miguel Ángel o dos Beethoven, sino uno para no contrariar el orden matemático de la estadística. La plática de la presidenta Sheinbaum y el rector Lomelí es un gran acuerdo autonómico para caminar juntos por una reingeniería que haga, parafraseando a Al Gore, a la educación superior más efectiva y menos onerosa. Los burocratismos son los adversarios de las grandes y pequeñas transformaciones, lo advirtieron Trotsky, Mao y el Che, en eso coincidieron la presidenta Sheinbaum y el rector Lomelí a favor de la UNAM y de México.
II- La presidenta Sheinbaum sacó de la sombra al secretario Ramírez de la O y lo oreó en la Mañanera de hoy. El titular hacendario es poco dado a la exposición mediática, le gusta recorrer Palacio Nacional en pantuflas y discurrir bajo los portales del anexo poliédrico con chaleco y bufanda por cualquier norte. El Segundo Piso de la Transformación lo sustenta la presidenta Sheinbaum en los pilares y pilotes de la Economía Moral o de la Felicidad y el Humanismo Mexicano, el gran logro del doctor Ramírez de la O será que en un tiempo próximo se mida a nivel global la felicidad conforme los indicadores mexicanos y no los de Bután. Con tal de que no sean los analistas, los agoreros y las calificadoras quienes expliquen lo que menos saben de la Hacienda mexicana, la Presidenta dispuso que fuera Ramírez de la O, quien narrara el programa del desarrollo nacional con beneficios compartidos inscrito en los 100 adeudos contraídos por ella en campaña, aguardando lo básico entre lo que ingresa y lo que se gasta sin perder de vista la riqueza del pueblo y la medianía del gobierno.