DISTOPÍAS


 




 

Vladimir Rothschuh

 

 

A la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, le toca  ingeniárselas reinventando su propia gira de la gratitud por cada alcaldía de la Ciudad de México. El saldo es formidable, tiene capacidad de resiliencia en lo físico y en lo político: en dos meses ha proyectado un segundo piso de la 4T en la CDMX transformando el administrativismo en derecho humano como el agua, la vivienda, pueblos originarios, los adultos mayores, las mujeres y los jóvenes. El Humanismo Mexicano del presidente López Obrador se apartó de las izquierdas en el poder al colocar a las familias en el centro de sus acciones y ahí radicó su éxito. Brugada lo retoma cuando ubica a los chilangos en el cimiento de sus acciones de gobierno y no a la inversa. Es clara su percepción social  debido a que nuestra izquierda ha cometido pecados capitales en la gobernanza de la CDMX: privatizó el segundo piso; privatizó la cobranza del agua y toleró que las transnacionales embotellaran el vital líquido; privatizó la verificación, las fotomultas, los engomados, emplacadados, parquímetros y estacionamientos de supermercados; hubo pecado cuando el Metrobús nació sietemesino en brazos de la IP; cuando privatizó las áreas recreativas e hizo las reformas para que los cárteles proliferaran en el sector inmobiliario. Lascas, tajadas, fajitas o como quiera llamársele a la corrupción de ideales por el enriquecimiento particular. Ser político para robar, es intolerable para el presidente López Obrador que ha puesto al pueblo en el eje del humanismo mexicano y viceversa porque no habría humanismo sin pueblo, siendo que ahora Clara Brugada hace a los chilangos la trama de su tejido social, pues el bienestar de los chilangos no es tarea de la iniciativa privada, siglos después de nuestros liberales, apostarle a la solidaridad católica con sus históricas migajas de bonhomía, pervierte las responsabilidades públicas del Gobierno y del Estado. La subrogación de servicios conculcó los derechos al agua, a la vivienda, al trabajo a la electricidad, al aire limpio, a la salud y a una vida sin violencia, fue distópico y el presidente López Obrador lo corrigió en seis años. Clara Brugada ahora va por otro sexenio de utopías.