FEMINISMO SILENCIOSO

  



 

Vladimir Rothschuh

 

 

El primer libro de Michelle Obama, recién salida de la Casa Blanca, contenía la lucha de una mujer negra, progresista, que debió enfrentar la misoginia no de los republicanos sino de los demócratas negros, ofensivos, crueles con una mujer de su mismo tono de piel y de su mismo partido. Beatriz Gutiérrez Müller también escribe las memorias de su paso por Palacio Nacional, después de Conchita Lombardo de Miramón es la primera liberal que lo hace en México moderno, porque en Estados Unidos desde Eleanor Roosevelt hasta Nancy Reagan existe una academia en torno de las obligaciones, responsabilidades y formas políticas de las consortes que ocupan temporalmente la Casa Blanca. El anuncio del libro “Feminismo Silencioso” ha originado el eco suficiente del hito marcado por una fusión intelectual (chilena-alemana-mexicana) que rechazó ser primera dama debido a que México no debería seguir siendo de mujeres de segunda, la acentuó a favor de todas las mujeres que hoy ocupan cargos de elección en Morena, así como integrantes del Gabinete presidencial. Fueron los empeños de una casa que obcecadamente elevó a las mexicanas al rango merecido luego de tantos siglos de sumisión al patriarcado. Feminismo silencioso, no sumiso, quedo, mudo o taciturno y todos los sinónimos que engendra el rol de las mexicanas desde la familia, el emprendedurismo, la vida pública en inseparables sentidos. Indispuesta a concluir su siguiente ciclo, Gutiérrez Müller abre recado para las mexicanas y sus tareas pendientes en el sexenio que lo presidirá una mujer y a la que se deberá estimular, acompañar y exigir cuando las tentaciones de la paridad y la equidad de género asomen su testa reclamando en la enajenación, sus viejos atributos de dominación. Insiste Beatriz Gutiérrez Müller en recalcar los nuevos tiempos de las mujeres reclamando su lugar en el devenir como madre, como intelectual, como primer sexo (Beauvoir) y que su futuro no es un rancho porque no se trata de la dorada vida horaciana “lejos del mundanal ruido”, sino del eterno retorno de las mexicanas a lo que se opuso desde entonces Sor Juana cuando escapó de Panoaya para exigir las luces del saber, conocer y del entender que la hicieron la primer mujer intelectual del Nuevo Mundo, España e Italia en aquel entonces, fama únicamente alcanzada por hombres como Lope, Quevedo o Góngora. Mucho tiempo después vendrá la Mistral espejo del alma de las Müller Bentjerodt. Y como madre su juicio es lógico ¿qué destino tendrá Jesús Ernesto en la vida rural o la inteligencia de la no primera dama que puso a cada mexicana en el paseo y pedestal de las heroínas? El libro “Feminismo Silencioso” empasta desde ya los ruidos, los sonidos y voces del Segundo Piso de la Transformación.