Vladimir Rothschuh
El presidente López Obrador anoche hizo historia al ejercer sus obligaciones de Jefe de Estado frente al nuevo embate sísmico cuyo pánico provocó muertes. La función de un gobernante es generar certidumbre y los mexicanos tuvieron en la madrugada las expectativas de un Presidente de la República que estaba a su lado en la fatiga, el miedo y el desvelo, atendiendo la emergencia del contexto. Desde 1985 hasta 2017 los mandatarios fueron abúlicos en sus responsabilidades públicas; el pillaje económico y la corrupción moral cabecearon el sino de quienes tuvieron alguna relación con la atención inmediata de la tragedia o en la reconstrucción de los inmuebles. A la fecha la reparación de los edificios históricos dañados por el sismo del 2017 está siendo atendida exitosamente por el Gobierno a través de Alejandra Frausto y el INAH. Los Jefes de Estado del periodo neoliberal fueron afines a su ética antipopular, ignorando el dolor del pueblo y aprovechando su tragedia para el enriquecimiento ilícito, como aún se palpa en la CDMX, Guerrero y Morelos, con las estafas magistrales de sus actores políticos. El Presidente López Obrador reiteró está madrugada por qué la oposición está (auto) moralmente derrotada y sin luz en su túnel por hacer prevalecer los intereses que median en las obsoletas élites del viejo presidencialismo. El hito marcado por el humanismo del Presidente López Obrador no solamente señala un impasse hacia el ayer de los expresidentes sino que abre "sismicamente" un socavón hacia el futuro sucesorio en la Presidencia de México. ¿Cuál es el actor político de su talla para sucederlo?