*Codicias exacerbadas
*Distopía sin fraternidad
*Empresarios en Autogobierno
VLADIMIR ROTHSCHUH
La semana entrante México desanda la
cuarentena, en menos de tres meses las estrategias sanitarias de la Cuarta
Transformación han sido magníficas para desembocar los días venideros en el
calendario del TMEC de reapertura gradual de las cadenas productivas binacionales.
Sanitariamente transitó muy bien la pandemia y conforme el modelo de la nueva
economía moral se apartó de las recetas globales del FMI y BM de endeudamiento,
empeño petrolero y rescate a los grandes capitales. Apostó inversamente el
presidente López Obrador sobre experiencias amargas en el devenir mexicano
saliendo al rescate financiero del mediano y pequeño empresario, sin que desde
el lado de las élites económicas haya ocurrido una respuesta hacia los demás y hacia ellos mismos como clase emergente en la crisis; a lo único que
llegaron los grandes empresarios fue a comprometer con el BM las reservas de
Banxico para el auto rescate de sí mismos. Aún hoy insisten con 68 propuestas
al Presidente de México con tal de salvar al grueso empresarial de la ineptitud
propia. México ha tenido diversas coyunturas intentando reconstruir soberanías
económicas como fueron en el siglo pasado la expropiación petrolera, el milagro
de los sesenta, la expropiación bancaria, las contrarreformas a Juárez y Zapata,
la transición democrática y finalmente las alternancias, aguardando en todas
las veces que el sector de la iniciativa privada nacional creciera internamente
y con luz propia alejado de los viciados modelos corporativos del nacionalismo
y del neoliberalismo. En esta emergencia del Covid nada fue diferente, no quisieron
los hombres del capital responder con creatividad erigiéndose crecer bajo el ‘autogobierno’
pero recurrieron a las mismas recetas de antaño oteando en el Estado el
salvamento; sin dinero público no supieron reinventarse como lo demuestra cruelmente el agio del
sistema bancario engañando a millones de usuarios o las agrupaciones
empresariales usando a Banxico de garante ante la usura internacional. En contraparte
el presidente López Obrador le ha respondido financieramente a doce millones de
cocinas económicas, materias primas, papelerías, carnicerías, taquerías, locatarios
de mercados, torterías, ferreterías, neverías, vidrierías, costureras, lavanderías,
vulcanizadoras, despachos de consultoría, cerrajerías, zapateros, gimnasios, hoteles,
servicios funerarios, estacionamientos, sastres, panaderías, tortillerías, herrerías,
peleteros, bolsas y materiales,
artesanos de trapo, cerveceros de zaguán, tabaco y puros, entre otros,
con un rescate financiero con tal de sostener el tejido base de la
productividad, comercio y del consumo. Lo sombrío es que por esos tres millones
de medianos y pequeños empresarios el CCE, Coparmex, ABM, Canacintra y
Concamin, no metieron las manos, sino que debió hacerlo el presidente López
Obrador a contracorriente de las presiones externas y domésticas que claramente
consideran amenazado el viejo orden financiero mundial en la creatividad de la
nueva economía moral mexicana. La semana entrante que dé inicio la ‘desescalada’
de la cuarentena volverá el engranaje de las transnacionales y los eslabones de
los grande empresarios a intentar la normalización de una disrupción de la que
son sus élites responsables: ellos crearon la causas de la pandemia, ellos
enfriaron las crisis de los gobiernos fallidos, ellos ajustaron el oro negro,
ellos comerciaron con la cura del Covid. La solidaridad y la fraternidad que se
aguardaba emergiera en esta distopía planetaria, jamás afloraron, se agudizaron
las codicias y los individualismos, acorde a los momentos de oportunismo más
que de oportunidades; así nuestro Covid como el Diluvio no borró las pasiones
de Caín, las agudizó, pero entre la grandeza humana está la esperanza de que
aún resta en la recesión por venir, mejores empatías. En México bajo esta
coyuntura, escaseó de creatividad la élite económica para fundar un ‘autogobierno’
de poder tangible, decente y de contrapeso moral al Gobierno como sucedió en
Alemania donde los hombres del poder financiero se aproximaron al Gobierno para
ayudarlo en la pandemia, como ya habían hecho antes en la Eurocrisis salvando a
toda Europa. La circunstancia ahí está y ahí están los grandes empresarios
buscando fuera de sí las resoluciones que maravillosamente otorga la Cuarta Transformación
liberándolos de su pubertad corporativista.