*Del EZLN a los 43
*Marcha de Blanco
*Iluminemos México
*Fue el Estado
VLADIMIR ROTHSCHUH
La revocación de Mandato es el instrumento
democrático que el presidente López Obrador llevó a ley para que los mexicanos
tengan medios de evaluar a sus gobernantes y superar los fracasos del
neoliberalismo desde la Guerra Sucia al EZLN y del Plan Mérida a los 43. Lo más
fresco para las nuevas generaciones es la Marcha de Blanco contra Fox, Iluminemos México en el 2008 exigiendo la
renuncia de Felipe Calderón por su colusión con el crimen organizado y las
protestas en el 2014 contra Peña Nieto exigiéndole esclarecer la matanza
de los 43 normalistas. El 2008 y el 2014, no concluyeron con la renuncia ni del
panismo, ni del priísmo en Los Pinos, no había entonces medios civiles, pacíficos ni electorales para consultar al pueblo acerca de los Presidentes de la
República; ni Calderón, ni Peña, tenían la estatura moral de haberse antecedido
a uno de los fenómenos recurrentes en la enfermedad posdemocrática de México
sobre los fracasos y no devoluciones en los productos fallidos durante la selección
en las urnas. Calderón con la ilegitimidad de su fraude electoral y Peña con la
legitimidad de su victoria electoral, supieron qué hacer con las exigencias a
que renunciaran, el personaje estrella del calderonismo contra la delincuencia
hoy está bajo proceso en Estados Unidos y los padres de los 43 ahora tienen con
un pie en el estribo a Murillo y a Zerón. La herencia neoliberal de los pasados
dos sexenios violentos salió este domingo a las calles en nombre de las mujeres
sin expresar claramente en sus protestas sus deseos sobre el mandato popular de López Obrador, salvo el musitar de una chica embozada que dijo estar en la
marcha del Día Internacional de las Mujeres para tumbar al Presidente de
México, marcando la diferencia del 2008 en la Marcha del Silencio donde pedían renunciar a Calderón y en las del 2014 cuando culpaban al Estado del juvenecido
del Grupo Tuzo.
Resultado de esa lucha contra el neoliberalismo desde el Frente
Democrático y la carencia de herramientas legales en la defensa del voto, el
presidente López Obrador cumplió en el primer año de gobierno con una de las
mayores exigencias de la cual formó parte: preguntarle al pueblo sobre el destino
de sus gobernantes a través de una consulta plebiscitaria. La demanda que los
conservadores no hicieron públicamente el pasado domingo, a no ser por la frase
íngrima de una de las convocadas, se las respondió inmediatamente el presidente
López Obrador con la Revocación de Mandato el 21 de marzo del 2022 que esos
mismos conservadores rechazaron se hiciera el año entrante por miedo a su
derrota moral por adelantado a los comicios del 2021. Transformar a México por
cuarta vez en su historia ha resultado una tarea de afectaciones a la
corrupción del poder político que malversó la transición democrática y sus
alternancias bajo un mismo modelo económico y burocrático: los tecnócratas se vanagloriaban de administrar la corrupción. Diecinueve años más tarde la transición
democrática al fin aparece en la 4T y uno de sus frutos es la consulta
plebiscitaria que asumió como suya el presidente López Obrador otorgándola cual enmienda histórica a medio siglo de atrocidades cometidas por el viejo poder
presidencial omnímodo. La sentencia del Jefe de Estado al conservadurismo fue
modesta, lo invitó a usar esa energía en la construcción de un mejor país que
cuenta ya con los cimientos para demostrarlo en la Consulta Popular del 2022.