VLADIMIR ROTHSCHUH
La UNAM es el espejo en que miró el
presidente López Obrador los afanes golpistas de una pandilla de diputados
morenos que reflejaban desde Ciudad Universitaria las abyecciones que llegan feministamente
a Palacio Nacional a chillarle al Jefe de la Nación, a pintarrajearle las
paredes y puertas del monumento histórico y montar fatuidades de un Paro
Nacional de mujeres. El presidente López Obrador que fue ayer a la Ciudadela a
rememorar al demócrata Madero, vio en el azogue de la UNAM la felonía de los
que se cobijaron a la sombra Morena y ahora buscan la traición desnudada por
el rector Enrique Graue cabalísticamente en la víspera 20/02/2020 y cuando el
cometa apareció por los cielos de Tenochtitlán y que también vio Moctezuma. La
derecha moralmente derrotada no era capaz de montar ese show feminista, debía
ser la perversidad interna de quienes se creen superiores para zopilotearle al
Presidente de México y condicionarle sus decisiones de Jefe de Estado como el
devenir presidencial. Pero López Obrador no es Madero, no es Obregón, no es
Colosio y menos otra víctima del 68 golpista que obligó al entonces Presidente
de la República a declinar por el asesino de Bucareli. El feminismo que grita
contra el presidente López Obrador no es de la partidocracia asalariada en el
INE, es el homúnculo que desciende como siempre de las entrañas de la misma
familia gobernante pringada de la abyección que los une con los conservadores,
siendo de alguna manera también proxenetas ideológicos en sus alianzas con los
prianistas. Los diputados que revivieron el golpismo contra la UNAM pusieron
sobre la mesa sus cartas aberrantes de que con violencia y extorsiones se puede
cobrar derecho de piso. Moralmente autorizado contra el canallismo e
intelectualmente capaz para comprender la historia de las perfidias a México,
el presidente López Obrador sabrá qué hacer con las prevaricaciones de esos
arrimados a Morena que ambicionan incidir en sus decisiones de Jefe de Estado y
de potestad partidista, si no es que ese albazo ya se cometió con Ramírez
Cuéllar saliendo de la nada como halcón chimuelo para ‘dirigir’ Morena con el
respaldo de las pandillas feroces en la estupidez adelantada del 2021 y del
2024. La violencia feminista en la UNAM y la violencia en Palacio Nacional del
feminicidio, mostraron sus encías con el sadismo de la horda diputadil que
primero buscaba escalar en la Máxima Casa de Estudios decidiendo el rectorado y
cuyo azogue inmediato sería la consulta sobre Revocación de Mandato de la
figura presidencial. La Cuarta Transformación se enfrenta a los vicios que
enfrentaron las tres transformaciones pasadas, es nuestra identidad pútrida que
la Cartilla Moral no roza para cambiar la ineducación del Establishment y que
inmoralmente tomó a pecho la fragilidad del presidente López Obrador cuando
invoca amor y paz. La topografía de las feministas con pasamontañas moreno
generaba el clima de inestabilidad y enseguida sus padrotes legisladores
lanzaban la enmienda para destituir legalmente al Rector, cuya subsecuencia se
mostraba en las vejaciones a Palacio aparejadas de un Paro Nacional. El golpismo
contra la UNAM fue atajado por el equipo del canciller Ebrard señalando Mario
Delgado las ocurrencias de algunos miembros de su bancada, pero ante la
realidad que no llegó él a presidir la dirigencia nacional de Morena con Ramírez
Cuéllar de por medio. Las sucesiones nonatas han sido dañinas al país y el presidente
López Obrador está acompañado de una generación política que acosó y asesinó a
Colosio, de los que salieron de las atarjeas como de los intestinos de la
izquierda orgánica, de otros más que se pusieron la camiseta morena pero jamás
dejarán de ser originalmente de la derecha irredenta y los no pocos
estalinistas polpotianos. Desnudadas las abyecciones, todos los mexicanos
debemos unirnos en torno a la figura del presidente López Obrador, la unidad
nacional vuelve a ser asediada por las mismas ambiciones espurias de siglos y
décadas pasadas frente a la originalidad actual de un Jefe de Estado como
Benito Juárez.