*Alfredo en Palacio
*Quirino, los gays y el 2024
*Astudillo frente a los 43
*El confort de Osorio Chong
VLADIMIR ROTHSCHUH
Santa Lucía no es sólo un proyecto del
Presidente de México es también el proyecto del Gobernador del Edomex. Y ahí la disputa no es menor cuando son los
jueces mexiquenses los que frenan la obra del nuevo aeropuerto y quienes
ordenan permanezca la inversión de Texcoco, mientras el interés superior de
Alfredo del Mazo es convertir a su entidad en el polo de interconexión en el
Valle de México por vía aérea y terrestre. El añejo concepto en la política
mexicana de que quien gobierna el Edomex adquiere el rango de Vicepresidente de
México, no lo dejó caer Peña Nieto ante Felipe Calderón y ahora menos Alfredo
del Mazo ante López Obrador: el mandatario mexiquense es casi cliente frecuente
de Palacio Nacional para discutir en corto con el Primer Mandatario los
intereses comunes que otorga a ambos Santa Lucía, no obstante los fuegos amigos
que desde Palacio surgen contra el Tren Interurbano, quizá a manera de ponerse a
mano los morenos y los tricolores, porque en lo que los jueces atajan el NAIM y
Santa Lucía, igual ocurre con los recursos federales que no fluyen con
dinamismo al Edomex. La vicepresidencia mexicana enraizada en Toluca la
mantiene a flote Del Mazo en un proceso de tres generaciones, aunado a su
proyecto transexenal que debe afianzar secundando los intereses de López Obrador
que al fin y al cabo son también de los mexiquenses, incluyendo la dirigencia
de Alito Moreno en el CEN del PRI.
La incorporación de Morena al PRI en Sinaloa
contra las bodas del mismo sexo, anuncia la fragilidad de este movimiento
construido a partir de la crisis posdemocrática del sistema electoral nacional.
Edificó la partidocracia andamiajes en su contra, por encima de las militancias
están los intereses personales, en cuestión de segundos se cambian ideologías y
camisetas propias del chapulineo, como hicieron los diputados morenos en el
Congreso de Sinaloa. Para efectos prácticos, les otorga Quirino Ordaz a sus
adversarios morenos una sopa de su mismo chocolate, los políticos que se
mudaron al movimiento lopezobradorista optaron por acompañar a sus pretendidos
adversarios ideológicos porque sobre esos principios está uno superior, las
familias y el orgullo sinaloense contra los homosexuales. Contra ese monolito
chocó Peña Nieto cuando los priístas le negaron desde el CEN el respaldo al
matrimonio gay y en las elecciones estatales hasta los homosexuales tricolores
en busca de un cargo de representación prefirieron perder, abandonar su causa y
encerrarse en el clóset. En cuestiones de homofobia hay causa común en el régimen
político como evidencia del tramo largo a recorrer en el respeto a la
diversidad de los demás y hasta de sí mismos. Los morenos, panistas y petistas
sinaloenses haciendo mayoría con el PRI estatal, también proyectan lo que
celebran orgullosos, el primer lugar nacional en sondeos sobre autenticidad y
autoridad que goza Quirino Ordaz hacia el 2024.
Los padres de los 43 marcharon exigiendo
justicia por la desaparición de sus hijos. No marcharon en la CDMX, tampoco se
apostaron afuera de Palacio Nacional o de Bucareli, lo hicieron en la entidad que gobierna el priísta Héctor
Astudillo. Porque ese ‘crimen’, según las izquierdas, aunque haya sucedido bajo
los gobiernos de Iguala y de Guerrero con Aguirre y Abarca, la culpa fue de
Peña Nieto. Y el esquema de protesta se mantiene sin generar molestias al nuevo
gobierno federal debido a que a los padres de los 43 les dieron en Segob atole
con el dedo en una investigación y una fiscalía inexistentes. Las banderas de
lucha de los normalistas de Ayotzinapa acompañaron el triunfo presidencial moreno
y del festejo se pasó al rictus, no sin antes seguir gozando de los beneficios
financieros que la nómina de la SEP les otorga a sus dirigentes por cobrar y no
dar clases o tener emolumentos superiores al Presidente de México. Protestar en
Chilpancingo y no en la CDMX, quejarse ante el gobierno priísta de Astudillo,
no está del todo mal, porque finalmente el presidente López Obrador le concedió
la razón al expresidente Peña Nieto y al Ejército sobre la Verdad Histórica de
Ayotzinapa. Lejos de Tenochtitlan y apagando sus ruidos en el parroquialismo
suriano, nomás debe resistir Héctor Astudillo porque del gimoteo del
caso de los 43, éste ya fue resuelto en el sexenio pasado lo cual confirma la
simbiosis de la 4T con las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional.
Osorio Chong no comparte los tiempos
presidenciales sobre la Revocación de Mandato y ha conjuntado a las fuerzas
opositoras del Senado a un frente común. Tampoco comparte el proceso de su
partido para renovar la dirigencia de Ruiz Massieu, observando más daños que
beneficios en el conflicto de José Narro y Alito Moreno, al encarnar ambos el
proyecto peñanietista que lo orilló a él de la candidatura presidencial y acentuó el vicio tricolor que escinde la
unidad destruida en las elecciones recientes con felonías tanto en Puebla como
en Baja California. Es una lástima que Osorio Chong no quiera salirse de su
zona de confort anclándose a la rutina del Senado y de su pasado como
Secretario de Gobernación pues aún atiende en sus oficinas
de Reforma. El liderazgo del PRI no es cuestión burocrática del CEN y el
acartonamiento que facilitó la marginación de Osorio Chong en el sexenio anterior frente a los excesos de Videgaray, siguen siendo de papel y por ende frágiles al no asumir sus responsabilidades partidarias. La sucesión no es
en el 2024, los comicios del 2021 no son en dos años para que el líder
senatorial de los priístas aguarde tiempos que llegaron desde julio del año
anterior.
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