*Pensiones de expresidentes
*Unidad de los vencidos
*El capital político de Meade
*Como un novio al altar
*Identidades en turismo y
cultura
*Jaloneos entre Presidencia y
Hacienda
*Dinosaurios extraviados
VLADIMIR ROTHSCHUH
Los expresidentes de la
República, todos, se han unido en una sola voz para felicitar en coro a López
Obrador por su triunfo democrático. El faltante en este orfeón es el indudable
creador del modelo de gobierno social y que se encuentra encamado superando
como roble su enésima crisis, Luis Echeverría. Los ex presidentes consideraron a Morena como
un movimiento post echeverrista por apuntar al Estado Social de Derecho contrapuesto
al de ellos esencialmente tecnócrata; fue ese neo
echeverrismo el fenómeno que arrasó en las urnas este domingo como el
viejo PRI volcado en cuestiones sociales y divorciado de la tecnocracia que López Obrador mandó al vergonzoso tercer
lugar a nivel nacional en alcaldías, congresos estatales y federal. Los ex
mandatarios unidos para aplaudir al triunfador de los comicios presidenciales
carecieron de esa voluntad para trabajar juntos contra el proyecto que cuestionaban,
ni Fox, Salinas, Calderón o Zedillo supieron enfrentar la oposición de Peña
Nieto al voto útil, como sus partidos tampoco mostraron humildad para coaligarse.
A la distancia, sus beneplácitos son el gimoteo impostor por el bien de México, cuando
en realidad lo que les ocupa son sus intereses con el retiro de las pensiones
reclamadas ahora por ‘los pobres’ que pasan factura. En su entrada triunfal a
Palacio Nacional, como un novio al altar de Catedral, López Obrador llamó a la
cordura a la gente que le pedía óbolos y le gritaba Manuel, te acuerdas de mí o
le extendían las manos exigiendo el diezmo, porque privando a los ex
presidentes de sus pensiones, repiten los ‘humildes’, habrá dinero a montones
para 51 millones de pobres. De esa dimensión es el desfase social que deberá
enfrentar López Obrador desde Palacio Nacional para entrar en razón como el Iluminado
del Jordán: ‘enséñales a pescar antes de regalarles el pescado’.
Después del fructífero
acuerdo
entre el Presidente virtualmente electo y el Presidente constitucional
saliente, decanta entre los equipos de López Obrador y Peña Nieto, la tersa
alternancia y su intercambio de información. Entre algunos miembros del
Gabinete peñanietista y el pejista habrá facilidad de entendimiento por haber
trabajado antes en esos ámbitos de competencias comunes. Para el sector
cultural el añejo trabajo de María Cristina García Cepeda coincidió varias
veces con el de Alejandra Frausto Guerrero desembocando ahora juntas en una
transición administrativa, que como asentó Peña Nieto, debe ir más allá
involucrando a las partes en acciones conjuntas y fluidas como la que él
anunció llevando a López Obrador a la cumbre de mandatarios del Pacífico en
Vallarta. Maraki y Frausto hermanadas por
una agenda cultural y de simbiosis de género, sabrán darle prospectiva a los
proyectos transexenales del poder blando. Enrique de la Madrid es otro de los Secretarios de Peña Nieto que
coincide con Miguel Torruco en las concomitancias
turísticas cuando ambos consiguieron diseñar una bitácora para la CDMX, hasta
que las diferencias ocasionadas por Barbosa con Mancera rebotaron sobre Miguel, declarándolo un polizonte pejista en la administración capitalina. De la Madrid
y Torruco, como García Cepeda y Frausto Guerrero encabalgarán naturalmente las
proyecciones culturales y turísticas donde no predomina la ideología por encima
del arte o la industria sin chimeneas.
dispusieron
trabajar con el Presidente virtual y echar por delante una agenda económica de
país facilitadora de la libre empresa y el libre mercado. López Obrador reiteró
a la IP lo mismo que había prometido en los encuentros como candidato siendo
que ahora las complejidades administrativas se tornan encontradas con un
Secretario de la Presidencia y un Secretario de Hacienda divorciados en
perspectivas financieras y económicas. Mientras Alfonso Romo cree que Banxico debe
hacerse a un lado en sus políticas de flotación para cederle lugar a la demanda
real del ajuste del Peso, Carlos Urzúa opina diferente sobre la autonomía de
Banxico y sus acertadas intervenciones cambiarias. Será natural el jaloneo
entre Palacio Nacional y Hacienda, como lo sería si colocará López Obrador a Batres
en la Secretaría de la Presidencia y mantuviera a Sánchez Cordero en Segob: las
políticas interiores son potestad de Bucareli pero obviamente Batres pujaría con más fuerza sobre la gobernabilidad por encontrarse al lado del
primer mandatario. Mientras fue amo y señor absoluto de su proyecto y de su
campaña, López Obrador controlaba fácilmente su entorno, ahora como Presidente
deberá ser árbitro y manager de la arena política de su Gabinete.
con el
derrotado Ricardo Anaya, el PRI aún tiene una autoridad vencedora y demócrata
en la figura de Peña Nieto. Con un candidato presidencial sin militancia, los
dinosaurios están atados de manos para exigirle cuentas ¿a quién?, si fueron
ellos los que engañaron aceptando la decisión de acompañar al mejor funcionario
del Gabinete y cinco veces Secretario de Estado; aspecto que sigue incólume
porque tratándose de triunfos, Meade la tarde del domingo impuso su probidad
reconociendo la victoria de López Obrador. Los gobernadores y alcaldes priístas, más los
funcionarios del Gabinete que silentes se rebelaron contra Peña Nieto votando
en contra suya el domingo, apostaron mal: el uno de julio hubo tres ganadores
en las urnas, Meade, Peña Nieto y López Obrador. Trepado en el boato de la
alternancia democrática, Peña cuenta con la autoridad para decidir el rumbo del
PRI de aquí a diciembre y por el trienio que viene, tanto como José Antonio
Meade para construir el proyecto de país que tanta falta le hace a medio México a
través de un Gabinete a la Sombra. La fatua rebelión de los dinosaurios en un
famélico tercer sitio, expresa el desaprendizaje priísta de dieciocho años.