*Curules como flotadores
*Incredulidad del triunfo
*Traicionar al electorado
*Vocación de Meade y Peña
*Ombudsman y laicismo
*Desarmonía bolivariana
VLADIMIR ROTHSCHUH
Los acompañantes del candidato
López Obrador que optaron por una red de protección en caso de que no llegara a
Los Pinos se hicieron de una curul en el Legislativo, ya sea el Senado o San
Lázaro. El primer des-peje del Presidente virtual es en la Cancillería, Héctor
Vasconcelos dudó que en una tercera ocasión el macuspense obtuviera el triunfo
si en las dos anteriores fue vencido por la Mafia del Poder. El que no aceptó
ni red, ni cuerda, ni flotador, fue Marcelo Ebrard: si se desplomaba Amlo lo
acompañaría como en el Plantón de Reforma. Tomó la primera circunscripción y
desde ahí tejió relaciones internacionales para el candidato moreno en Naciones
Unidas, OEA, con Chomsky, los demócratas gringos, los artistas, directores de
cine, intelectuales que había tratado como Jefe de Gobierno, en la campaña de
Clinton y con la izquierda francesa. El Canciller
virtual ahora es Ebrard y Vasconcelos se muda con su red de protección al
Senado de la República, siendo apenas uno de otros casi semejantes como en la
Secretaría de Gobernación y Secretaría de Seguridad Pública. La ex ministra
Sánchez Cordero también se amarró a la cintura una curul por sus dudas a que el
Establishment le desconociera por tercera ocasión lo que en pasadas ocasiones
había obstruido. Y vaya que la ex ministra ahora se muestra crédula y se asume
plenipotenciaria en Bucareli obviando lo esencial de un Ministro de la Política
Interior: la discreción y la subordinación al Jefe de Estado. Doña Olga habla
demasiado, se interpone en las decisiones de López Obrador y busca brillar con
luz propia en una constelación presidencialista donde no hay equívocos: los
miembros del Gabinete son satelitales y se mueven en la elíptica del Presidente
de la República. El Secretario de Gobernación siempre va detrás de López
Obrador, no camina a la par como ningún otro miembro del Gabinete. Y con la
curul del Senado la ex ministra tiene como Vasconcelos un destino figurado por
ella misma desde que descreyó del Peje como primer mandatario de la nación. Otro
caso semejante es el de Alfonso Durazo senador electo por Sonora y virtual
Secretario de Seguridad Pública que ya detalla la contra-reforma de la SSP para
devolverle sus antiguos poderes sacándola de Segob, así como la desaparición
del Cisen por una agencia nacional de inteligencia y la asimilación del Estado Mayor Presidencial
(EMP) en las filas del Ejército. Durazo como mancuerna senatorial de Lilly
Téllez debe honrar su compromiso con el electorado sonorense que le brindó su
voto para tener que imitar la costumbre politiquera de ser electo para unos
fines y acabar traicionando a los sufragantes. Durazo bien pudo rechazar la
oferta senatorial de López Obrador y acompañarlo sin sombras de dudas en la
tercera vuelta por Los Pinos, hoy, como Vasconcelos y Sánchez Cordero, no puede
jugar a la ‘de-tin-marín’ ante sus responsabilidades iniciales en la Cámara
Alta desertificando otros talentos para asumir las funciones en Seguridad
Pública, Segob o Relaciones Exteriores que acabó decantando en un cuadro como
Marcelo Ebrard que creyó en López Obrador y rechazó una curul de salvavidas.
de Peña Nieto con
Meade Kuribreña es el otro evento afortunado del sexenio: la percepción
democrática del Jefe de Estado hacia su tres veces Secretario de Estado cuajó
la noche del uno de julio cuando salió con carácter a ensalzar su probidad que le caracteriza. El encuentro de Peña Nieto con José Antonio Meade luego de
los comicios presidenciales, celebra la convicción democrática de ambos y
augura para el ex mandatario un futuro en paz
como para Meade un nuevo horizonte en sus obligaciones hacia un México
educado, empático, honrado, autogestivo y eficaz. La aparición de Meade con
Peña Nieto despertó renovados pronósticos sobre el futuro inmediato del ex
candidato presidencial y su capital político impar.
Algún jurista
del equipo de
transición de López Obrador podría irle explicando al Presidente Electo que en
cualquier Estado de Derecho las leyes no son retroactivas. Atrás debe quedar la
monserga electoral sobre las pensiones de los expresidentes para dar paso a la
certeza constitucional que rige nuestro Estado. Puede López Obrador como primer
mandatario, enviar una iniciativa al Congreso dominado por su mayoría morena
para cancelar su pensión y la de los subsiguientes Presidentes de México,
incluyendo la reducción salarial prometida en un 50%, considerando que el Jefe
de Estado tiene ningún gasto de manutención. En esa iniciativa puede colar
López Obrador una general de emolumentos para los servidores
públicos de los Tres Poderes del Estado para que a futuro ganen lo mismo o
menos de lo que percibe el primer mandatario de la Nación. El estándar debería
sumar desde ediles, legisladores, gobernadores, magistrados, ministros y jueces
del Poder Judicial, así como los miembros de organismos autónomos y
desconcentrados. Es ominoso que el Presidente de la CNDH, los consejeros del
INE, los ministros de la SCJN, el Secretario de la Cámara de Diputados y
comisionados de otros entes, perciban emolumentos de medio millón de pesos o
700 mil. Entre las primeras muestras de decoro que debe honrar el Presidente
Electo es su conocimiento de las cuestiones públicas y jurídicas para no
derrapar como neófito en materias que no lo engrandecen.
en
torno a la fiesta democrática del uno de julio se tuerce en Puebla como el
andar chueco de Miguel Barbosa. La violencia y obcecación formulada antes de los comicios quedó atrás
con la inflexión asumida por todas las fuerzas políticas reconociendo el
triunfo de López Obrador. Persistir más allá de esos hechos es desasear la
visión incluyente del Presidente Electo y de la jornada democrática que lo
ungió con el 54% de los votos. Guardar las formas se vuelve esencial ante los
que aguardan los destanteos autoritarios de López Obrador para volver a izar
banderas de enemistad con el ‘te lo dije sobre el populismo chavista’, ahora
que Barbosa se ufana en ser un clon de la brutalidad bolivariana.
El padre Solalinde
es miembro
del Estado del Vaticano, representa los intereses de un gobierno extranjero
tolerado por el laicismo pero acotado por las normas legales para asumir un
cargo público con sotana. Sus capacidades como defensor de los derechos humanos
están probadas y hasta premiadas por Peña Nieto en este sexenio con la máxima
distinción presidencial. La CNDH encaja bien para Solalinde y no tendrá
problemas con mayoría numérica de Morena en el Senado para conseguir su
aprobación, pero antes deberá colgar la sotana y entrar a la vida civil para
representar conforme a Derecho sus obligaciones de Ombudsman Nacional.