Vladimir Rothschuh
Mantiene la presidenta Sheinbaum igual
perspectiva sobre la Agenda México - Estados Unidos que hace mes y medio. Cada
inquilino de la Casa Blanca es un administrador con sus maneras, por eso no se
embarcó tomando partido por demócratas o republicanos; el devenir de México
está en su desempeño como Jefa del Estado. Y ha fijado su visión hacia los
logros comunes que puedan obtener Trump como ella en tema del fentanilo, armas,
migrantes y TMEC. Todas las amenazas del futuro mandatario gringo son el
reflejo de las debilidades como nación inmersa en una crisis profunda que no
apunta solamente a los norteamericanos sino al mismo Trump con una percepción
demodé de sus ocurrencias colonialistas y de empresario del carbón. A medida
que compra problemas con Alemania, España, Francia, Dinamarca, Panamá y México,
paradójicamente su único refugio parece ser la presidenta Sheinbaum. La sentencia
de Trump que para bailar tango se requieren dos, no logra enganchar con la
mandataria mexicana que está dispuesta a bailar nada con él pues aleja el
bullying del vetusto Bachelor de los conflictos personales. Las razones que
llevaron a Trump a elegir a Susie Wiles como Jefa de su Gabinete, son las
mismas que perfilan el estilo de Sheinbaum sinuosamente evitando engarzar la
verborrea conforme a ese mal gardeliano de la Casa Blanca. Todas las exigencias
de Trump a México son puente de plata a
la presidenta Sheinbaum. El tema reciente de la conspiración americana para
dotar de armas de alto poder a los barones de las drogas son un disparo en el
pie de Trump: Estados Unidos está financiando el narcoterrorismo. Y salió un
paso adelante la presidente Sheinbaum iniciando una campaña contra el fentanilo
cuando aquí esa droga no se consume y no se produce pero que afecta
principalmente a los norteamericanos desde hace muchas décadas cuando fue
legalizado en 1959 por sus autoridades y hoy es crítico. Todavía no llega a la
Casa Blanca y Trump le adeuda a
Sheinbaum la cruzada nacional contra el fentanilo. Lejos del miedo conduce la Presidenta
de México la agenda binacional y se separa tanto de nuestras fragilidades
domésticas como de las lasitudes gringas.