MOCHE Y DERROCHE

 


*Deshonestidad de ministros y alcaldes

*Robo cultural de Alemania

*Quebrantando las bases de la 4T

*El Tata y Amlo contra el saqueo

 

VLADIMIR ROTHSCHUH

 

La Ley de Salarios Máximos es otra de las transformaciones del presidente López Obrador que ataca de raíz los vicios de neoliberalismo que tazaba el servicio público en los parámetros del dinero y las falacias de recompensar financieramente a los eficaces funcionarios del Estado. La honrada medianía juarista del presidente López Obrador cuestionó desde los años noventa del siglo pasado, el divorcio entre un buen asalariado público y un buen servidor público. Y otra vez ha vuelto a ahondar el Primer Mandatario que entre los que debería ser principio la célula de la democracia, el municipio, se agazapen los vicios neoliberales en un parvulado posnalfabeta, porque lamentablemente la formación moral, intelectual y técnica de quienes conforman los ayuntamientos escasea, pero no así los elevados salarios que llegan a un cuarto de millón de pesos, la mitad de lo que aun cobran ministros, jueces, magistrados, consejeros del INE y demás organismos autónomos. En la escala moral de la Cuarta Transformación es inequiparable cuánto sepa y cuánto gane un edil y un ministro de la SCJN, siendo que el fenómeno de la prostitución del servicio público va de ambas manos entre deshonestidad y corrupción, según lo sentenció el presidente López Obrador con el fallo de la SCJN amparando a Carmela Azcárraga y con los ediles de Guerrero percibiendo emolumentos de 250 mil pesos mensuales. La Ley de Salarios Máximos se ha convertido en un racero doble, midiendo desigual la disciplina de quienes se someten a la lógica de la nueva moral republicana y la astucia de quienes la violentan en lo más alto de la estructura del Estado o hasta en lo más bajo de su pirámide. Las bases de la transformación de México parecen estar crujiendo por la incertidumbre de su futuro, el hamaqueo burocrático a la sombra de los amparos tilda la cuenta regresiva de que en el sexenio venidero volverán a establecerse los valores neoliberales. Las bases de la Cuarta Transformación son insuficientes en el abecedario de ministros, magistrados, jueces, alcaldes, consejeros y comisionados que cobran más que el Jefe del Estado Nacional, la tolerancia no ha dado buenos resultados como contempló el presidente López Obrador en los moches y derroches de la SCJN y los ayuntamientos surianos.

 


 

En 1934, bajo la Tercera Transformación de Lázaro Cárdenas,  México legislaba sobre sus bienes arqueológicos tipificando delito su exportación y en esa fecha Hitler era el ladrón más grande de obras de arte de Europa. Hoy México bajo la Cuarta Transformación del presidente López Obrador, la diplomacia cultural de Alejandra Frausto y Marcelo Ebrard, se enfrenta a semejante dilema cuando Alemania alienta la venta de 67 lotes de obras mexicanas prehispánicas robadas. En pleno siglo XXI y luego de las atrocidades hitlerianas, se esperaría que Alemania tuviera una nueva conducta; para infortunio de Kant y Lutero, en esta pandemia Alemania ha tenido diligencias más atroces como la expulsión de su territorio a los extranjeros que deben ser vacunados en sus países de origen. Ya lo dijo Merkel en el inicio de la pandemia, Alemania no compartirá sus vacunas con otro país; contraste en la solidaridad y fraternidad que destaca México con las vacunas que ha compartido con naciones pobres. El presidente López Obrador  y su esposa Beatriz Gutiérrez Müller abrieron brecha acerca de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la conquista de América por la Corona Española y hoy su gabinete de diplomacia cultural, Frausto – Ebrard, enfrenta un escenario parecido exigiendo a las autoridades teutonas frenar el robo descarado de la puja de Gerhard Hirsch Nachfolger, sin omitir que solamente refleja el pasado del Führer robando obras de arte para su colección privada.  Como en 1934 con Lázaro Cárdenas, en 2021 López Obrador enfrenta desafíos semejantes en el saqueo de nuestro patrimonio.

 

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