*La izquierda internacional
*Definiciones en el Gabinete
*Cuba en la sucesión
VLADIMIR ROTHSCHUH
El destape del presidente López
Obrador del titular de Exteriores en el paquete de presidenciables en el 2024,
originó una súbita inclinación del
canciller Ebrard hacia Corea del Norte, Irán, Venezuela y Cuba en la búsqueda
de definiciones como personaje de izquierda al que nada podrían seguirle
reprochando sus competidores por sus funciones en sexenios pasados. El
acercamiento del canciller Ebrard con esa ala dura de la ‘izquierda’
internacional lo desmarca de su posición moderada de los primeros años de la 4T
y que lo contrapuso con el "radicalismo" de Ackerman e Irma Sandoval con tal de
brindarle serenidad y certidumbre al perfil global del presidente López
Obrador, pero con la ‘derrota’ del grupo
del investigador de jurídicas UNAM y de la titular de Función Pública, el
canciller Ebrard pepenó esos aperos conflictuándose con Almagro para
beneplácito del Grupo Alba hasta exigir la desaparición de la OEA. Cruza el
encargado de la política exterior del presidente López Obrador la frágil línea
de sus principios ideológicos y de clase, bajo un pragmatismo que lo conduzca a
arrollar a Sheinbaum, Clouthier, Nahle, Moctezuma, Monreal y De la Fuente en su último
gran chance de acceder al sueño imposible de su mentor Manuel Camacho, sin
excluir su ponderación en la CDMX cuando supo liquidar a todos sus adversarios
(léase Bejarano) y cercanos al Jefe de Gobierno López Obrador hasta
constituirse en personaje central del gobierno capitalino y hombre de confianza
en la sucesión de la capital del país. Y lo logró, al grado de reafirmar hace
unas semanas en Toluca ante su grupo de acompañantes en la candidatura del
2024, que como el Cid siempre lo dan por muerto pero siempre libra batallas
exitosas. Entre esas conquistas campeadoras puede afirmar el canciller Ebrard tener acompañantes fieles al 2024 como el Cardenismo debido a la química que ha
podido trabar con el Jefe de Asesores del presidente López Obrador e hijo del
ingeniero Cárdenas. Cuba no es tan sólo una causa, es un programa, es un
proyecto loable en todo buen sentido ideológico, político, económico y
sucesorio mexicano para que el canciller Ebrard lo dejara ir así nomás siendo
Lázaro Cárdenas Batel piedra angular de muchas convergencias. ¿Es la
corcholata preferida Ebrard entre las figuras de Clouthier, Sheinbaum, Nahle, Monreal,
Moctezuma (muy ameno en Washington con Tatiana) y De la Fuente, sin excluir los
caballos negros que resoplan en la bruma esperando su momento?
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