'La precipitación es
burguesa’
Mao
VLADIMIR ROTHSCHUH
La temporada de zopilotes no comenzó
con el Covid19 sino desde diciembre del 2018 cuando los viejos agentes de la
corrupción intentaron demostrarle al presidente López Obrador que teniendo
ellos los controles de los ductos de Pemex, podían detener el país y doblar a
la Cuarta Transformación. La temporada de zopilotes se siguió con el NAICM, Dos
Bocas, el Tren Maya, los simpapeles, el TMEC y prosiguió en la proxenitud del
seguro popular, hasta llegar en estas fechas a la reabsorción mimética del
conservadurismo: la infodemia del coronavirus. Volteando a los momentos
‘a-pestosos’ de finales del 2018, todo el 2019 y comienzos del 2020, lo que se
ha revelado es la consolidación del estadista que despacha y atiende en Palacio
Nacional. Antes de alcanzar el triunfo presidencial, a López Obrador le
cuestionaban su resistencia, testarudez y la vista fija apuntando al futuro; no
se equivocó y mantuvo lo que caracteriza a todo líder acabando lo que había
comenzado en el refranero tropical de que lo difícil no es subirse en el
caballo sino mantenerse arriba. La experiencia propia determina sus llamados al
Gabinete presidencial que flaquea en algunos flancos como el económico que se
deja llevar por las inducciones de los organismos financieros internacionales
que encarnan casi figuras blancas, angelicales de colores palpitantes en sus
cuellos y crestas llamativas como cóndores, pero que en realidad son el
espejismo de la realeza zopilotal incitando el pánico económico y financiero
mundial. El llamado respetuoso del presidente López Obrador a la autonomía de Díaz
de León para no precipitarse tecnocráticamente en el miedo gastándose las
reservas como mal hicieron los neoliberales, debería ser instrucción hacia su
subalterno Arturo Herrera pues Hacienda y Banxico toman juntos estas
decisiones. Para quien ha vivido creyendo siempre en sus principios y después
de dieciocho años demostró no haber errado en sus proyecciones, valdría tomar
en cuenta sus juicios sobre la inasabilidad de las matemáticas en las
realidades sociales siendo lo menos predictivo los devenires económicos. La gran
conclusión de la pandemia del Covid-19 no cuajó en el modelo económico global
que en vez de girar hacia una transformación más empática y humana, aguzó sus
ambiciones para sostener lo insostenible del capitalismo. A nivel global el orden financiero no piensa
sino en ganancias, en el orden doméstico el conservadurismo zopilotea la
restauración del viejo orden causante de la pobreza de 62 millones de
mexicanos. A pesar de que el presidente López Obrador pide no hacer
comparaciones con otras naciones, el desempeño sanitario mexicano destaca por
la contención de la pandemia que sobrepasa el efecto nocebo de la derecha
anunciando catástrofes. Cada vez que se ve al Presidente de México crédulo,
replica el paradigma añejo de que somos lo que pensamos: si hubiese creído López
Obrador en la derrota política no estaría encabezando la Cuarta Transformación de
México desde Palacio Nacional. Esa mística del pensamiento positivo consigue la
mejor de todas las victorias como es la emocional y moralmente activa que se
comprueba de vez con vez cuando le miden la temperatura el presidente López
Obrador en los controles sanitarios de los aeropuertos y su temperatura no
llega ni a los 37 grados. La fábula africana de los buitres gritando desde las
copas de los árboles la muerte del búfalo porque sus testículos penden de un
hilo, resume la actual circunstancia de la derecha mexicana zopiloteando ‘ya
mero’ la caída de la Cuarta Transformación.