VLADIMIR ROTHSCHUH
Desde el viernes pasado ya doblaban las campanas por varios
miembros del Gabinete afectados presuntamente por los daños colaterales del
Coronavirus. Al doctor Alcocer y mentor de López Gatell lo veían traicionado
por su pupilo debido a un proyecto transexenal que astilló las puertas de
Palacio Nacional apenas por la gente de Soros con el Fakeminismo. Porque según
los augures zapatistas del concheirismo que leían las borrajas del café, a Hugo
le quedaba chica Salubridad y a su medida la Presidencia de México. Órale, turbiedad
guajira desatada como la república libre y soberana del Soconusco. Pues esa
tarde del informe trimestral, la paradoja zopilotera ya daba políticamente
muerto no solamente al Secretario de Salud, se había deshecho de muchos
Secretarios en la episteme de que de Arturo Herrera sería reemplazado por Mario
Delgado, e igual aniquilados los alveolos de Jiménez Espriú sería suplido por
Lázaro Cárdenas. A la infodemia, sin embargo, la vacunó pronto el presidente
López Obrador con el anuncio del paquete económico para reactivar la economía
en los ejes de inversión pública y social, pleno empleo y créditos a pequeños y
medianos empresarios. Este quiebre del paradigma rutinario y doméstico
sorprendió a la misma élite empresarial rescatada por el Fobaproa que pasó sus
deudas tequileras a cada mexicano para salvamentar un modelo incapaz de generar
prosperidad en el país. El Efecto Tequila y la Peste Porcina, fueron dos
epidemias globales con epicentro en México, ambas se atendieron conforme a la
lógica de que ’la mejor inversión era rescatar a quienes tenían que a quienes
no tenían’. Usar el dinero de los mexicanos para redimir empresarios nunca
achicó la pobreza, la verticalidad del neoliberalismo siguió poniendo en manos
de unos cuantos la fortuna nacional ad hoc a su doctrina tecnócrata triunfante
ahora a nivel mundial con los menjurjes del FMI y BM, salvo en el modelo
mexicano que desde hace catorce meses apela a la economía moral y de una
administración pública semejante. Tampoco fue drástica la medida del presidente
López Obrador poniendo por delante a los pobres en esta emergencia económica de
los Rothschild, sumó a los empresarios a la infraestructura pública, incluso
les abrió cementeras y acereras. Que si el EZLN creía que a Soros no le
interesaba Lieja sino Palacio Nacional en una adelantada sucesión con los
piropos de San Judas Tadeo, era lo de menos en la ruptura que el presidente
López Obrador hacía de los paradigmas que empobrecieron a los mexicanos y al
planeta todo con sus farmacopeas neoliberales. Vaya susto de la economía moral
haciendo a un lado los rescates financieros a los favoritos de siempre para
ofrecerles lo justo: chamba en los grandes proyectos de infraestructura que a
su vez detonarán más empleo, privilegiando a 22 millones de familias con programas
sociales y facilitando a los emprendedores dos millones de créditos. Transitado
el soponcio empresarial, corroboró el presidente López Obrador su humildad
palaciega recibiendo a los empresarios con un sector de su Gabinete y al día
siguiente encarriló el Pulso de la Salud en el bienestar de sus subordinados
poniendo a explicar al Doctor Alcocer la respuesta amplia de miles de médicos y
enfermeras a la convocatoria para atender la pandemia, consecuentada con las
ampliaciones de López Gatell bajo esta circunstancia en que le
amarraron navajas no sólo con su mentor sino con los tiempos sucesorios
adelantados. La respuesta masiva y generosa de miles de médicos y enfermeras al
llamado de Salud, vuelve innecesaria la importación de médicos cubanos que
complicarían la agenda diplomática de Ebrard pues Exteriores entiende que expresan los intereses
del conservadurismo en el Gabinete tratando de mutar al presidente
López Obrador en un Chávez, Ortega o en un Díaz Canel. A ningún extremismo ha dado lugar
el Presidente de México, sabiéndolo superar desde dentro y desde fuera con su
proyecto de país claramente definido en la moral de sus costumbres y que lo
distancian por un lado de las politiquerías neoliberales y por otro lado, de las
latinoamericanas. La agenda del presidente López Obrador en sus propósitos transformadores de México, es la
piedra angular de un modelo social y económico a revisar por otras naciones,
una vez transitada esta pandemia del fracaso capitalista.