UN FLORENTINO EN PALACIO





*Omertá o pactos de silencio
*Campaña contra las drogas
*El consejero del Presidente
*Certeza empresarial


VLADIMIR ROTHSCHUH


Otra vez el discreto Consejero Jurídico decidió mantenerse en la sombra mientras su creación tomaba cuerpo en la mañanera presidencial entre los empresarios, Jefa de Gobierno, titular de Economía y el Primer Mandatario de la Nación. La Ley de Confianza Ciudadana fue una de las primeras transformaciones que tuvo lugar durante la transición del 2018 y encabezó las iniciativas del presidente López Obrador al arrancar su gobierno. Se le denominó la Ley Scherer por provenir del responsable jurídico de la institución presidencial juarista. La vez pasada cuando entregó el presidente López Obrador junto a Frausto y  Adelfo Regino a los colectivos artísticos oaxaqueños sus nuevos instrumentos musicales, preguntó el Jefe de Estado por Julio Scherer, artífice del andamiaje jurídico de esos grupos, y al no verlo cerca, asintió el presidente López Obrador: ‘como no está Julio, yo lo represento’. De esa dimensión es el rol florentino que el jurídico presidencial asume un paso atrás del Presidente de México en Palacio Nacional y operando sin hacer ruido en los laberintos del poder judicial siendo su mayor logro la simbiosis con la SCJN y su ministro presidente Arturo Zaldívar. 



Este discreto y poderoso consejero coincide con Alfonso Romo en la confianza generada por la 4T al sector empresarial. En la presentación del Padrón de Confianza Ciudadana descollaban al lado del presidente López Obrador, de la jefa de gobierno, Sheinbaum y de la titular de Economía, Márquez Colín, los líderes del CCE, CMN, Concanaco y CNA, mostrando aprecio por una demanda histórica de la IP contra la corrupción de banqueta que rayaba desde la autoridad pública en el cobro de piso. Y aquí vale resaltar las acciones de certeza otorgadas por Claudia Sheinbaum en su consejería jurídica refrescando su proyecto de confianza a la sociedad civil con Vargas Solano depurando ese delicado sector putrefactado por el mancerismo. La primera entidad en recibir la constancia del Padrón fue una escuela de Iztapalapa a quien estimuló Carlos Salazar hablándole de una estrecha y larga colaboración de confianza y emprendedurismo.


La nueva perspectiva de la Economía Moral ofrecida por el Presidente de México en su último libro, cuaja en su proyecto de Nación que hace a las familias mexicanas el eje de la transformación moral del país. Desde ese núcleo volverá a arrancar, Jesús Ramírez Cuevas, responsable además de la Constitución Moral, la segunda campaña nacional contra las drogas. El presidente López Obrador sigue siendo enfático en los orígenes que impulsan a los jóvenes mexicanos a refugiarse en las drogas cuya raíz se nutre en la pérdida de valores. Los fracasos de los socialistas fueron traspapelar el sentido ético de sus obligaciones públicas cuyos reflejos han de devolverse en una sociedad feliz en aquello que Hirschman denominaba el espejo y la voz.  La nueva economía moral mexicana toma en cuenta lo ignorado por los progresistas en sus distopías, la inclusión moral de las familias. 



Los chicos envueltos en las drogas responden a la descomposición de un modelo económico, a nadie le resulta grato escuchar que los chicos en las drogas son el efecto de sus familias y de su sociedad, provienen de una enfermedad que los neoliberales exaltaron en sus afanes de concentración de la riqueza; paradójicamente a la pobreza social del pueblo, los tecnócratas adicionaron su miseria moral y vaya, compartida por las élites financieras y políticas desde la putrefacción del que lo tenía todo. La segunda campaña nacional contra las drogas, traerá el sello de la estatura ética del presidente López Obrador que comenzó a remover sus causas con la nueva distribución social de la riqueza o de la Economía Moral.