*Intermediarismo enfermizo
*Fertilizantes y medicamentos
*Corrupción en nueve estados
VLADIMIR ROTHSCHUH
En el nuevo pulso de la salud
nacional el galeno que da el parte médico, Hugo López – Gatell, abrió las
entrañas del intermediarismo entre las farmacéuticas y en este caso, el gobierno
federal. En el intermediarismo radica toda la movilidad del comercio padeciendo
los extremos, es decir, el origen
productor y el consumidor final. El presidente López Obrador acabó con
el coyotaje en el sector rural cuando instruyó a Víctor Villalobos a resistir a
las agrupaciones dedicadas a manosear los fertilizantes. Y protestaron frente a
Palacio Nacional, tomaron bodegas de Agricultura, bloquearon carreteras pero no
cedió Villalobos. Ese mismo fenómeno se vivió con los padres de familia con
hijos que sufren la Ley de Hamer, casi casi el mismo esquema de protesta, con
la salvedad que el presidente López Obrador y el secretario de Salud Jorge
Alcocer, jamás culparon o demonizaron a esos padres de familia por exigir los
medicamentos. Curiosa la diferencia porque la entrega directa de fertilizantes
a los campesinos corrió con buena fortuna entre el equipo de Villalobos, eran
las agrupaciones intermediarias dizque representantes de esos productores
rurales los que vieron perdido el botín de sexenios. En el caso de los enfermos
del Infantil y de Neurología, el intermediarismo no dio la cara, usó a esas
víctimas para chantajear a la Secretaría de Salud o al IMSS, siendo la opción
eliminar el coyotaje adueñado durante décadas, desde que se tiene memoria del
grupo de Soberón, hasta el último ex rector de la UNAM que pasó recientemente
por Salubridad. El coyotaje como lo expuso López – Gatell no cosechaba solo sus
dividendos y es lo triste y perturbador de los nueve gobernadores arcaicos
aferrados al modelo de corrupción de los neoliberales que sostendrán en sus
estados el negocio criminal de la enfermedad con
el intermediarismo que
abolieron Jorge Alcocer, Luis Antonio Ramírez Pineda y Zoé Robledo consolidando vía Insabi y veintitrés gobernadores, las compras directas a nivel global
con laboratorios de prestigio. Podría afirmarse que esta nueva dinámica de la
Cuarta Transformación exalta lo que ahora se fomenta en el ‘comercio justo’, un
triunfo a favor de un sistema de salud menos corrupto, más transparente y más
eficaz atendiendo la vida y no la enfermedad. Las dudas de la semana pasada en
el pulso de la salud acerca de la ruptura del orden constitucional federalista
con la negación de esos nueve gobernadores conservadores para sostener el
modelo de putrefacción que saqueó en tan sólo los pasados seis años con 257 mil
millones de pesos, se ensanchan cuando López – Gatell dividió el sistema
sanitario en uno vigoroso y otro enfermo, integrado el primero por el Insabi y el segundo por los nueve mandatarios estatales aferrados al coyotaje y sus negocios
de cuello blanco. Ese modelo del seguro popular sostenido entre el
conservadurismo de Jalisco, Guanajuato, Morelos, Tamaulipas, Quintana Roo,
Querétaro, Aguascalientes, Chihuahua y Coahuila, abona el fracaso y la crisis
anunciada de una sociedad enferma. ¿Habrá salvavidas sanitario para esos nueve
gobernadores siendo que las culpas éstos la repartirán al gobierno federal? Si
todo se redujera a un asunto de dos no habría mayor lío, salvo que estando de
por medio el pueblo entonces todo apunta a delitos graves. El sistema integrado
por el Insabi y el del seguro popular, derivará a la postre con la generosidad
del presidente López Obrador y de Jorge Alcocer por mantener las puertas
abiertas a esos nueve hijillos pródigos, tal y como ha sucedido en Lieja y en Palacio Nacional por
donde han desfilado esos mandatarios del conservadurismo aún aferrados a la
soberbia de los fracasos de los últimos sexenios.
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