EL BEATO LAICO





*Intemporalidad sindicalista
*Vicios privados, virtudes públicas
*Cultura contra la corrupción
*Sembrando vida y bienestar


VLADIMIR ROTHSCHUH


Ahora que la Cuarta Transformación ha puesto ojo sobre los líderes sindicales corruptos que con recursos públicos se han eternizado en los encargos, al líder del STUNAM, se le ocurrió ponerse la venda antes de la herida que ya sufren Juan Díaz, Romero Deschamps, Joel Ayala y Carlos Aceves, ajustándose la camiseta curtida  para mostrarle los bíceps en procacidad de pleno zócalo al Presidente de México. Cuando la sucesión por Rectoría UNAM transita de la manera más aterciopelada, las mantas de lana cruda con letras rojas las toreaba Agustín Rodríguez y su séquito de luchadores laborales tanto para el presidente López Obrador como para el titular hacendario, Arturo Herrera: más dinero a la UNAM para que el STUNAM se lleve un 20% de aumento sin que dijera Agustín Rodríguez qué hizo su sindicato contra la violencia de género en CU y los CCH o qué hicieron sus protegidos con los crímenes como el de Lesvy o el narcomenudeo tolerado por la seguridad interna del STUNAM. El que pide ofrece, pero nuestros Fidelitos Velázquez cobijados por el espíritu del ogro filantrópico nomás extienden la mano. Ayer que el presidente López Obrador adelantaba nuevas de su libro que aparecerá en diciembre, mencionó al inolvidable Santa Anna y sus once ascensos al poder, sin imaginar el Primer Mandatario que por la tarde lo visitaría en la explanada del Zócalo, otra imitación santaannista con Agustín Rodríguez de quien no se tienen datos ciertos de cuántos lustros lleva al frente del STUNAM porque en el 2007 se habla de veintiocho años,  en el 2014  que llevaba veinte conduciendo la agrupación y en este 2019 apenas desfloraba la radiante minoría de edad nini de 26 abriles.  Cuando la  lista de dirigentes sindicales corruptos rebosa en el despacho de Luisa Alcalde, nadie está contento con achicar la cifra a Romero Deschamps, Joel Ayala o Carlos Aceves, estando otras perlas en la UNT, STUNAM, SME y el nobiliario SNTMMSRM. Kafkianamente Agustín Rodríguez fue a tocar una puerta que no debió hacer sonar,  la de Palacio Nacional.
En vísperas del compromiso del presidente López Obrador y de Jorge Alcocer con Kena Moreno y su programa de medio siglo contra las adicciones, la estrategia de la Cuarta Transformación es anteceder los hechos de manera proactiva para no llegar después como fomentó el modelo económico en su combate a las adicciones; por eso fue certero el diagnóstico del presidente López Obrador cuando afirmó que  ‘los problemas de drogadicción como otros problemas sociales tienen que ver con la desatención a las necesidades de la gente, con la desatención a los jóvenes, con la falta de oportunidades de trabajo, la falta de oportunidades de estudio, con la desintegración de las familias, con la pérdida de valores culturales, morales, espirituales’. Y prevenir no es hacer una campaña contra las drogas sintéticas, es ir mucho antes en la Nueva Escuela Mexicana que orienta Esteban Moctezuma; prevenir es una alimentación sana y empleo como provee Sembrando Vida a través de Albores y Villalobos; prevenir también es demostrar con la conducta del Jefe de Estado moralmente responsable en su vida privada como en su vida pública. La misma Kena ha de recordar aquel mandatario alcohólico que hundió a miles de familias en el luto fratricida gracias a sus decisiones etílicas pero que solía darse golpes de pecho. Hay que ejemplificar hacia fuera como reflejo interior, porque hay buenos vicios, leer, escribir, estudiar, ejercitarse, veganismo, respetar la diversidad, dejar de golpear a la esposa; en fin, representaciones de las que las familias mexicanas no son disímbolas del poder político. Y los mexicanos a diferencia de los grandes consumidores de drogas en Estados Unidos, tienen una enorme riqueza en su pasado cultural que ahora Alejandra Frausto actualiza y reconstituye en el tejido social, pues la cultura también transforma, un chico que lee y crea tiene salidas a sus pasiones de manera positiva a través del arte como se manifiesta en los Semilleros Creativos de la Cultura Comunitaria. La ejemplificación del poder político es el causal de que durante cincuenta años las adicciones por las drogas y el alcohol se incrementaran. Y para ser congruentes con esta campaña, hace poco la política de No Violencia del presidente López Obrador recibió un espaldarazo fuerte del presidente Donald Trump, inmediato al tiro por la culata de la DEA en Culiacán, reconociendo el inquilino de la Oficina Oval que la Cuarta Transformación resultó el mejor aliado abriendo a revisión el trasiego de armas desde USA a nuestro país. A Trump no le atrae la legalización de las drogas, al presidente López Obrador un beato laico, menos, y no se diga a la ONU que se ha expresado adversa al interés politiquero mexicano desde hace rato. Y en ese contexto el canciller Ebrard etiquetó una caja de pasifloras en bolsitas individuales para el Senado por la vía de Palacio Nacional. El líder de la Jucopo, Ricardo Monreal, serenó a su bancada y a los miembros del Gabinete como Sánchez Cordero que otra vez se las ve con el Súpersecretario Ebrard corrigiendo la política interior conforme las coordenadas de la diplomacia vecinal y que alcanzó a la dinámica que había desde el peñanietismo con China aminorándola nada menos que en voz del subsecretario Julián Ventura. La pasiflora o la droga del amor con menos efectos colaterales que la cannabis, fue detallada por el senador Monreal como la oportunidad de serenarse ante los intereses creados de las farmacéuticas, laboratorios y cigarreras que a pesar de la regulación del lobby en el Legislativo siguen teniendo peso en las decisiones de los senadores y diputados. La tarea es inmensa como sentenciara el presidente López Obrador en los elementos que detonan las malas adicciones y que han desnaturalizado el tejido social mexicano, la congruencia es necesaria en estos momentos y el que mejor la asume es el inquilino de Palacio Nacional acostándose temprano y madrugando para trabajar dieciséis horas todos los días. De esas buenas adicciones presidenciales ¿cuántos miembros del Gabinete las comparten, ya no digamos de la sociedad mexicana?