LOPEZ OBRADOR: PADRE RICO, HIJOS POBRES

 



 

Por Vladimir Rothschuh

 

El presidente López Obrador sugirió que los cuadros de Morena asumieran a futuro un perfil de coordinadores de la Cuarta de Transformación, no los prefiguró precandidatos o candidatos debido a los tiempos legales electorales y porque el proyecto de transformación ha dado  resultados a nivel social, económico, cultural y de seguridad pública. El proyecto de nación concentrado bajo la Economía del Bienestar y del Humanismo Mexicano, apenas está en sus cimientos y de ahí que por razones democráticas, vencido el plazo sexenal el presidente López Obrador abrace uno de los pilares de su programa como es el maderista de no reelección. Serán nuevas generaciones, nuevos perfiles los que habrán de coordinar a nivel nacional con Sheinbaum, a nivel estatal con los futuros gobernadores, alcaldes en lo municipal y legisladores en los congresos.  El proyecto es uno solo, la Cuarta Transformación asumió la enmienda de los errores que la izquierda agrupada en el 2000 no superó en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y hoy es el hazmerreír  con panistas y priístas por el gamonalismo de los Chuchos. El testeo del presidente López Obrador lo llevó a  retroalimentar aquellas anomalías para que el neoliberalismo salinista no volviera a destruir lo alcanzado en el 2000-2006 en la Ciudad de México y cuyo envés fue el otro equívoco de suceder en la Jefatura de Gobierno a un advenedizo policía. Ambos vicios los subsanó el presidente López Obrador con cartas de género, una mujer de probada lealtad como es Sheinbaum y otra mujer emergente de izquierda que el súper asesor presidencial Jesús Ramírez Cuevas enfiló a la CDMX como Clara Brugada. Hay que acentuar este rol que vino asumiendo el vocero presidencial y que solamente se ha visto dos veces en la historia del presidencialismo mexicano, una de ellas con Rogerio de la Selva en la administración de Miguel Alemán y el otro con Liébano Sáenz en el ejercicio de Zedillo. En su próximo libro el presidente López Obrador reconocerá este papel de Ramírez Cuevas junto con el de otros personajes que lo acompañaron en su odisea de transformar México. La Cuarta Transformación es de piso parejo, de ahí lo afortunado de Sheinbaum de no hablar más del segundo piso cuando ha sido aplicada en pregonar los logros transformadores de un país que desde Miguel de la Madrid transitó por ensayos tecnócratas conservadores desbaratando los legados de Juárez, Madero y Cárdenas. La Cuarta Transformación todavía es vasta en sus proyecciones, no hay cabida para proyectos personales y contraposiciones utopistas de que “haremos mucho mejor lo que hicieron nuestros antecesores”, puesto que difícilmente hay en Morena o en la acera de enfrente una figura que llene el liderazgo de López Obrador o de Sheinbaum en la Jefatura de Gobierno. Valga entonces la inmediatez de enmendar los crujidos del 2000 que comienzan a aparecer en las agendas de los coordinadores de Morena al 2024, para no repetir las anomalías autófagas capaces de destruir personalidades, proyectos, encargos y partidos. La soberbia, la fruslería, la mediocridad, la procacidad y demás desviaciones pequeñoburguesas, están reapareciendo en las coordinaciones morenistas como ese epitafio que Robert Kiyosaki denominó padre rico con hijos pobres, debido a que la herencia que reciben la malbaratan en breve  tiempo. López Obrador es ese padre moralmente rico con cientos de hijos políticos pobres. Él mismo lo ha dicho, por el único que puedo hablar es por mi hijo menor Jesús Ernesto, en sentido  directo pero figurado con los cientos de cuadros morenistas acogidos a su sombra monumental pero al fin y al cabo naturales. Su anuncio de retiro político para no repetir nuestra historia presidencialista de fatales injerencismos, vuelve a ser una moneda en el aire ante ese liderazgo virtuoso a fortalecer entre los escasos cuadros morenistas capaces de llevarlo adelante.