VIVA MÉXICO: LA OTRA INDEPENDENCIA DECLARADA POR LÓPEZ OBRADOR

 


Por Vladimir Rothschuh

La crisis de la Suprema Corte de Justicia (Audiencia) dio origen al Estado Nacional Mexicano en 1821. El mundo ajeno de los impartidores de justicia aceleró el derrumbe de esa visión monárquica contrastante a un pueblo y a un nuevo país  exigentes de una procuración e impartición de justicia apegada a los intereses de los mexicanos. Fueron 300 años de desconfianzas mutuas, de imposiciones, de venta de cargos judiciales, hasta que las condiciones napoleónicas en España facilitaron a los mexicanos una salida, primeramente tibia y luego radical con la Independencia de 1821. La Suprema Corte de aquel entonces se llamaba Audiencia, era el máximo tribunal con cargos comprados por españoles a la Corona, que venían a Nueva España no a impartir justicia sino a multiplicar o centuplicar su inversión pagada al monarca como cualquier pillo comprándole una placa al Negro Durazo. Antes y ahora el término acuñado es el mismo. Quinientos años después el fenómeno no se ha superado cuando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, observa en la SCJN un nido de proxenetas de la madame Justicia que expolian al pueblo. La misma visión que tuvieron los naturales de Nueva España durante los trecientos siglos de Virreinato, es la misma que embarga al presidente López Obrador. Los agravios de entonces eran los peninsulares comprando los puestos públicos en la impartición y procuración de justicia, hoy el simbolismo difiere poco, ministros de justicia con emolumentos millonarios, atendiendo a una élite de poder y dándole la espalda al pueblo. En 1821 la opción fue una acción sangrienta para asumir ese control, hoy la propuesta del presidente López Obrador es liberal, democrática y generosa: que sean electos los impartidores de justicia para acabar con el origen viciado de nuestro Poder Judicial antes denominado Audiencia. El Jefe de Estado puede ir más allá modificando el sustrato de los vicios de origen de nuestro Establishment leguleyo y su estancamiento evolutivo. Ser Jefe de Estado equivalió a ser jurista, hoy la diversidad demuestra  que no es cierto ni necesario. Y ello apunta al pleno de la SCJN que merece una composición de lo que los romanos denominaron senectos o sabios que desde el Senado atendían los asuntos de la República. Ciertamente los secretarios de estudio y cuenta que acompañan a un ministro asumen el papel de milusos sin tener la formación intelectual o profesional para pensar como un filósofo, un economista, un ambientalista, una feminista, un arquitecto o ingeniero. Sus dictámenes engloban todos esos roles y alguien dirá que un secretario de estudio y cuenta, generalmente abogado, puede ser un buen ministro y cuyo no buen ejemplo fue el asistente del kelseniano Ministro Presidente que lo llevó al pleno de su mano o como el de muchos choferes de ministros o magistrados que con empeño se titularon para enchufarse en la ubre del sistema judicial. Como en la Sagrada Biblia, la peor época de los hebreos fue el periodo conocido como el de Los Jueces, para los mexicanos bajo 500 años  de Estado Nacional no nos son ajenos esos asegunes. La otra Independencia de Viva México, propuesta por el presidente López Obrador, es que sea el Pueblo quien elija a los futuros impartidores de justicia, menos cruel y menos sanguinaria que en 1811.