*Transformación de la CNDH
*Zancadillas sucesorias
*Regocijo en la hermandad
*Equilibrio del poder
VLADIMIR ROTHSCHUH
Con Mercurio ilustrando los nuevos
tiempos conforme el aniversario de la Caída del Muro de Berlín, México recupera
la hermandad mayor Latinoamericana aceptando lo que Chile, Argentina y
Venezuela, le negaron a Evo Morales y que durante los pasados sexenios
neoliberales obstruyó dicha hermandad como lo asentaron las negociaciones del
Vaticano, Argentina, Cuba y Estados Unidos, de espaldas a México o en la
dimensión que caracterizaban a las administraciones tecnocráticas. México como
país santuario regocija por su solidaridad como la tuvo con los liberales del
siglo pasado que huyeron de sus naciones a refugiarse aquí, como Trotsky escapando
temporalmente de la criminalidad estaliniana, como el Che y Sandino en tránsito
o las víctimas de Pinochet y Somoza, obviamente que todas juntas no son
postales de un mundo feliz. No hay mucho de qué alegrase con el caos boliviano,
tampoco con la primavera nicaragüense del año pasado o peor aún, con la traición al
chavismo que tiene a los suyos en las cárceles. El México solidario es juarista
no a partir del refugio a Evo Morales, lo fue cuando el presidente López
Obrador emprendió en Mesoamérica un Plan Marshall de fomento a la prosperidad
que mitigará las crueles migraciones y sus consonancias sanguinarias del nuevo
racismo gringo. Que México ocupe de nuevo su lugar en el concierto de naciones
como lo tuvo en identidad con la Alemania federal garantizando con su
neutralidad equilibrios regionales, arroja otra vez sobre el Continente la
certidumbre rota desde que China, Rusia y Estados Unidos han regresado a sus
viejas prácticas de la Guerra Fría.
Rosario Piedra Ibarra puede hacer más
por la CNDH desde dentro que como se lo exigen desde fuera las ONG y partidos
políticos que ya pasaron por la CNDH dejando una cauda de pendientes. Lo que
puede hacer Rosario Piedra negándose a aceptar la encomienda cedida por el
Senado, ya lo hizo en los lustros de activista de derechos humanos luchando
contra los excesos del Partido de Estado
y sus mutaciones neoliberales. El último titular de la CNDH consiguió una
recomendación de la CNDH cuando fue abogado de la UNAM, a nadie de los partidos
se le ocurrió cuestionar la autoridad de un abogado con recomendación de la
CNDH para presidir la CNDH. Hubo otras recomendaciones del Ombudsman que
panistas y priístas ningunearon haciendo a los sancionados por la Comisión, en jefes policiales, comandantes estatales y titulares migratorios. La legitimidad
negada a Rosario Piedra por los partidos que en pasados sexenios no tuvieron un
ápice de ética para imponerse en la CNDH, son el mejor sustento de la autoridad
concedida en el regateo de un proceso perversamente enrarecido por los
morenistas en el Senado. No son las bancadas opositoras a las que hay que mirar
en el chicaneo de la titularidad de la CNDH, sino al fuego amigo que identifica
a los morenistas de ambiciones desmedidas. Lo que puede hacer Rosario Piedra en
la CNDH es replicar la moral juarista que pide fin a los emolumentos
millonarios, los bonos jugosos, concluir la reelección consecutiva, fusionar
las visitadurías, extinguir el Consejo, presencia física nacional y, erradicar la revictimización, entre otras.
Resistió Alfonso Durazo a los embates
internos que intentaron tumbarlo como lo hicieron infructuosamente con
Sheinbaum, Bartlett, Romo y Sánchez Cordero. No son tiempos de canallas, es la
política en todas sus expresiones auto regulándose en la arena en la que
sobrevivirán no los más fuertes, sino los más aptos. Y Durazo mantuvo la
confianza con el presidente López Obrador en una circunstancia ampliada desde
Culiacán cuyos aperos eran estatales y no de incumbencia federal, como si un
clavo sacara otro clavo conforme el Plan Mérida que criminalizó a los mexicanos, pero ahora exorcizado. El real talante es el del presidente López Obrador como
guía moral de un Gabinete Plural en el que convergen todas las ideologías y
expartidarismos; así que no es lo que quieren algunos hacer con Segob, Guardia
Nacional, CFE, Gobierno de la CDMX o la Secretaría de la Presidencia, sino la
tutela ética del Presidente de México rompiendo los usos y costumbres del
presidencialismo fallido bajo el paraguas neoliberal. Todo arranque de sexenio
fue el comienzo del rejuego sucesorio, desbordado en la partidocracia por la
supremacía del dinero y la carrera financiera de los sondeos, obviamente
detenidos hoy con López Obrador para que ninguna
Secretaría sea casa de campaña, ningún presupuesto derrochado en egolatrías y
ningún recurso del bienestar, clientelizado.
Durazo fue el quinto objetivo de ese estertor negado a morirse y que
seguirá metiendo zancadillas entre los grupos del Gabinete, no obstante la
férrea disciplina del Presidente de México garante de sí sobre aquello que
carecieron Salinas, Calderón, Fox, Peña. Cuando el Presidente era el cabecilla
de la mafia del poder, en la corrupción los Secretarios, gobernadores,
legisladores y alcaldes, eran pares. Eso se acabó como lo circula todas las
mañanas el presidente López Obrador exponiéndose con transparencia a la
evaluación popular, sin mella alguna. Resistieron Sánchez Cordero, Romo, Bartlett,
Sheinbaum, Durazo y ojalá no sea hasta topar pared con el conservadurismo
azuzando.